
El fiscal general, Washington Pesántez, retorna hoy a su despacho. Así lo señaló ayer la Fiscalía, a través de un comunicado. “Presidirá la casa abierta denominada Fiscalía – Policía Judicial 2010, que se realizará a partir de las 09:00, en el edificio Patria, en la av. 12 de Octubre”, reza el documento.
Pesántez se acogió a una licencia sin sueldo desde el 2 de febrero. Dijo que tomó esa decisión para no “influir” en la investigación que la Fiscalía de Tránsito abrió por la muerte de la colombiana Natalia Emme, de 26 años.
65 empleados
enfrentan sumarios administrativos por supuestamente adelantar criterios.
Ella falleció el 14 de enero pasado, tras ser arrollada por un Suzuki SZ Grand Vitara blanco, de propiedad de la Fiscalía, que iba con exceso de velocidad y por una vía exclusiva de buses, en Quito.
Seis testigos dijeron que Aliz Borja, esposa del fiscal Pesántez, estuvo al volante. Aunque Wilson Velasteguí, el policía asignado a la seguridad de Borja ese día, afirmó que él era quien conducía. Cuatro testigos respaldaron la versión del policía.
El último en rendir su declaración ante la Fiscalía fue Cristian Sánchez, de 23 años. Él es considerado un testigo clave, porque fue el “único que vio todo el accidente”, según la Fiscalía. “Los demás testigos llegaron luego de varios minutos o se encontraban demasiado lejos”, agregó Víctor Hugo Cevallos, abogado de Borja.
Sánchez, además, fue el primero en llamar al Servicio de Emergencia 911, como consta en las grabaciones de la central de auxilio.
Este Diario tuvo acceso a la declaración de Sánchez, rendida el domingo pasado. Allí dice que el día del accidente caminaba hacia su trabajo, por la av. América, en sentido sur norte.
“Alrededor de las 08:45 escuché un fuerte estruendo. Regresé a ver y observé a la víctima volar por el aire y cómo su cuerpo se arrastraba por el pavimento”.
La primera reacción que tuve, agrega, fue llamar al 911, para solicitar una ambulancia que brinde auxilio a la víctima.
“Mientras realizaba la llamada regresé a ver al vehículo, el cual iba acercándose lentamente después del golpe. Avancé a ver al chofer y la mitad de la cara de una señora que se encontraba en el asiento posterior”.
Sánchez asegura que “el conductor era hombre; tenía contextura gruesa, era alto, trigueño y con aspecto militar”.
Pesántez se acogió a una licencia sin sueldo desde el 2 de febrero. Dijo que tomó esa decisión para no “influir” en la investigación que la Fiscalía de Tránsito abrió por la muerte de la colombiana Natalia Emme, de 26 años.
65 empleados
enfrentan sumarios administrativos por supuestamente adelantar criterios.
Ella falleció el 14 de enero pasado, tras ser arrollada por un Suzuki SZ Grand Vitara blanco, de propiedad de la Fiscalía, que iba con exceso de velocidad y por una vía exclusiva de buses, en Quito.
Seis testigos dijeron que Aliz Borja, esposa del fiscal Pesántez, estuvo al volante. Aunque Wilson Velasteguí, el policía asignado a la seguridad de Borja ese día, afirmó que él era quien conducía. Cuatro testigos respaldaron la versión del policía.
El último en rendir su declaración ante la Fiscalía fue Cristian Sánchez, de 23 años. Él es considerado un testigo clave, porque fue el “único que vio todo el accidente”, según la Fiscalía. “Los demás testigos llegaron luego de varios minutos o se encontraban demasiado lejos”, agregó Víctor Hugo Cevallos, abogado de Borja.
Sánchez, además, fue el primero en llamar al Servicio de Emergencia 911, como consta en las grabaciones de la central de auxilio.
Este Diario tuvo acceso a la declaración de Sánchez, rendida el domingo pasado. Allí dice que el día del accidente caminaba hacia su trabajo, por la av. América, en sentido sur norte.
“Alrededor de las 08:45 escuché un fuerte estruendo. Regresé a ver y observé a la víctima volar por el aire y cómo su cuerpo se arrastraba por el pavimento”.
La primera reacción que tuve, agrega, fue llamar al 911, para solicitar una ambulancia que brinde auxilio a la víctima.
“Mientras realizaba la llamada regresé a ver al vehículo, el cual iba acercándose lentamente después del golpe. Avancé a ver al chofer y la mitad de la cara de una señora que se encontraba en el asiento posterior”.
Sánchez asegura que “el conductor era hombre; tenía contextura gruesa, era alto, trigueño y con aspecto militar”.