La senadora Piedad Córdoba reiteró ayer que las liberaciones de los militares Josué Daniel Calvo y Pablo Emilio Moncayo son las últimas de carácter unilateral que realizará la guerrilla.
Según Córdova, la guerrilla reiteró su deseo de ingresar en un proceso de diálogo de paz con el Gobierno colombiano, sin que haya despejes militares de ninguna zona geográfica.
En la entrega de Calvo, las FARC reiteraron que no pueden hacer efectiva la entrega de los restos mortales del mayor Julián Ernesto Guevara, quien falleció en cautiverio el 2006.
La guerrilla informó que el cadáver de Guevara está en una zona que patrulla el Ejército colombiano. No fijó fecha para la posible entrega de los despojos.
A las 13:10, Calvo arribó en el helicóptero 001 del Gobierno brasileño, utilizado por la misión humanitaria integrada por la senadora Piedad Córdoba, monseñor Leonardo Gómez y representantes de la Cruz Roja Internacional.
Vistiendo una camiseta celeste y un pantalón de calentador negro, Calvo bajó con dificultad de la aeronave. Apoyado en un madero que servía de bastón y con la ayuda de los miembros de Cruz Roja pisó la pista del aeropuerto para reunirse con sus familiares.
De inmediato se abrazó con su padre, su hermana y su tía, que lo esperaban al pie de la pista. Luego estrechó fríamente la mano de Frank Pearl, el comisionado de paz del gobierno de Álvaro Uribe. Juntos caminaron a paso lento hasta la sala que había sido acondicionada en la terminal aérea.
No hizo falta que Calvo ocupase la silla de ruedas y la camilla destinadas para su movilización. Aunque las FARC habían anticipado que su estado de salud estaba seriamente comprometido por una herida en su rodilla derecha, él logró caminar. Incluso pudo levantar su brazo izquierdo para saludar a las cámaras.
Después de casi 90 minutos de una reunión privada, el soldado y su familia salieron otra vez a la pista para asistir a una conferencia de prensa. Calvo ya no tenía la camiseta celeste.
Esta vez lucía su uniforme de camuflaje, la expresión de su rostro era adusta y permaneció abrazado a su hermana Nubia. Él no quiso responder ninguna pregunta de los periodistas; prefirió guardar silencio antes de partir a Bogotá, donde debía ser trasladado al Hospital Militar, para una revisión médica. Especialmente de su rodilla, que fue dañada por un impacto de bala el día en que fue plagiado por las FARC, en abril del 2009.
Ese fue el epílogo de la primera parte de la denominada Operación Libertad, que deberá continuar mañana para el rescate del cabo Pablo Emilio Moncayo (ver recuadro).
Y aunque la liberación del soldado Calvo terminó según la planificación de la misión humanitaria y del Gobierno colombiano, el operativo de rescate tuvo dificultades y estuvo a punto de estropearse.
Primero fueron las condiciones meteorológicas. En la zona selvática de Villavicencio se registró una fuerte precipitación, lo que obligó a un retraso del plan de vuelo del helicóptero brasileño que participó en la operación de rescate.
El despegue estuvo programado a las 08:00. Solo a las 09:22 pudo despegar la nave, cuando la intensidad de la lluvia se había reducido. Ya en el aire, la senadora Córdoba entregó a la tripulación brasileña las coordenadas del sitio geográfico donde la guerrilla entregó al secuestrado. Según reseñó la parlamentaria, cerca de las 11:00 la misión tomó contacto con los miembros de las FARC, que realizaron la entrega formal del militar. Allí estuvieron varios comandantes de la insurgencia, quienes señalaron a la misión que la liberación por poco se va a pique, pues supuestamente existieron sobrevuelos militares en la zona aledaña, violando así el protocolo de seguridad.
Según Córdova, la guerrilla reiteró su deseo de ingresar en un proceso de diálogo de paz con el Gobierno colombiano, sin que haya despejes militares de ninguna zona geográfica.
En la entrega de Calvo, las FARC reiteraron que no pueden hacer efectiva la entrega de los restos mortales del mayor Julián Ernesto Guevara, quien falleció en cautiverio el 2006.
La guerrilla informó que el cadáver de Guevara está en una zona que patrulla el Ejército colombiano. No fijó fecha para la posible entrega de los despojos.
A las 13:10, Calvo arribó en el helicóptero 001 del Gobierno brasileño, utilizado por la misión humanitaria integrada por la senadora Piedad Córdoba, monseñor Leonardo Gómez y representantes de la Cruz Roja Internacional.
Vistiendo una camiseta celeste y un pantalón de calentador negro, Calvo bajó con dificultad de la aeronave. Apoyado en un madero que servía de bastón y con la ayuda de los miembros de Cruz Roja pisó la pista del aeropuerto para reunirse con sus familiares.
De inmediato se abrazó con su padre, su hermana y su tía, que lo esperaban al pie de la pista. Luego estrechó fríamente la mano de Frank Pearl, el comisionado de paz del gobierno de Álvaro Uribe. Juntos caminaron a paso lento hasta la sala que había sido acondicionada en la terminal aérea.
No hizo falta que Calvo ocupase la silla de ruedas y la camilla destinadas para su movilización. Aunque las FARC habían anticipado que su estado de salud estaba seriamente comprometido por una herida en su rodilla derecha, él logró caminar. Incluso pudo levantar su brazo izquierdo para saludar a las cámaras.
Después de casi 90 minutos de una reunión privada, el soldado y su familia salieron otra vez a la pista para asistir a una conferencia de prensa. Calvo ya no tenía la camiseta celeste.
Esta vez lucía su uniforme de camuflaje, la expresión de su rostro era adusta y permaneció abrazado a su hermana Nubia. Él no quiso responder ninguna pregunta de los periodistas; prefirió guardar silencio antes de partir a Bogotá, donde debía ser trasladado al Hospital Militar, para una revisión médica. Especialmente de su rodilla, que fue dañada por un impacto de bala el día en que fue plagiado por las FARC, en abril del 2009.
Ese fue el epílogo de la primera parte de la denominada Operación Libertad, que deberá continuar mañana para el rescate del cabo Pablo Emilio Moncayo (ver recuadro).
Y aunque la liberación del soldado Calvo terminó según la planificación de la misión humanitaria y del Gobierno colombiano, el operativo de rescate tuvo dificultades y estuvo a punto de estropearse.
Primero fueron las condiciones meteorológicas. En la zona selvática de Villavicencio se registró una fuerte precipitación, lo que obligó a un retraso del plan de vuelo del helicóptero brasileño que participó en la operación de rescate.
El despegue estuvo programado a las 08:00. Solo a las 09:22 pudo despegar la nave, cuando la intensidad de la lluvia se había reducido. Ya en el aire, la senadora Córdoba entregó a la tripulación brasileña las coordenadas del sitio geográfico donde la guerrilla entregó al secuestrado. Según reseñó la parlamentaria, cerca de las 11:00 la misión tomó contacto con los miembros de las FARC, que realizaron la entrega formal del militar. Allí estuvieron varios comandantes de la insurgencia, quienes señalaron a la misión que la liberación por poco se va a pique, pues supuestamente existieron sobrevuelos militares en la zona aledaña, violando así el protocolo de seguridad.