Luego del debate en segunda instancia de la ley de aguas, se produjeron los problemas en los exteriores de la asamblea nacional. Eran las 21:00 cuando la violencia estalló en las afueras de la Asamblea Nacional. Un amplio contingente policial arremetió contra cientos de indígenas que a esa hora rodeaban el recinto.
El preámbulo de esos incidentes nocturnos fue el bloqueo de todas las puertas de acceso al Legislativo por parte de indígenas de diferentes organizaciones. Bajo la consigna “de aquí nadie entra ni nadie sale”, se apostaron con palos, piedras, agua y hortiga para vigilar el segundo debate del proyecto de Ley de Recursos Hídricos.
Estuvieron desde el mediodía presionando para que los legisladores cedan en cinco puntos clave de la norma: la Autoridad Única del Agua, la redistribución del recurso, la garantía del riego, la desprivatización y la participación de los usuarios en la toma de decisiones sobre el manejo del agua.
Pasadas las 18:00, los ánimos comenzaron a caldearse porque los funcionarios legislativos buscaban salir del lugar y los pocos que se atrevieron fueron hostigados y golpeados.
Paralelamente, el presidente de la Asamblea, Fernando Cordero, suspendió la sesión “por cinco minutos” que se convirtieron en una hora. En ese lapso, dialogó con Marlon Santi, titular de la Conaie; y con la asambleísta Lourdes Tibán (Pachakutik), para que ellos calmaran los ánimos de sus bases.
El objetivo no se logró y a las 19:20 el funcionario reinstaló la cita hasta cerca de las 21:00.
Afuera, Raúl Vallejo, dirigente de la comunidad de Cangahua (Pichincha), daba las disposiciones a los manifestantes: “no les dejaremos salir y tendrán que estar aquí hasta las últimas consecuencias. El agua es la vida y correrá sangre si es necesario”, sostuvo.
Pero el bloqueo no se pudo mantener ya que más de cien policías presionaron a los indígenas, quienes respondieron con piedras y palos. Ante ello, las primeras bombas lacrimógenas abrieron un boquete entre los manifestantes que fue aprovechado por los uniformados para tomar posiciones.
Desalojaron a los indígenas a ambos lados de la calle Piedrahíta y en fila, autos de asambleístas salieron; mientras otros empleados y legisladores buscaban hacia dónde correr.
La violencia se desató y las piedras alcanzaron a los uniformados. El policía Juan Aguilar cayó herido por el golpe de un adoquín en su espalda.
Media hora duró la batalla campal en la que, entre otros, el vehículo de Julia Ortega, secretaria de Comunicación de la Asamblea, sufrió destrozos.
En la noche, Delfín Tenesaca, de la Ecuarunari; Luis Andrango, de la Fenocín; José Gualichico, de la Feine; y Santi convocaron a una movilización permanente. En contraparte, Cordero denunció que en las protestas hay gente que tiene “otros fines políticos partidistas” y justificó a la Policía.
El debate del proyecto será retomado mañana y está previsto reforzar la seguridad del recinto Legislativo.
El preámbulo de esos incidentes nocturnos fue el bloqueo de todas las puertas de acceso al Legislativo por parte de indígenas de diferentes organizaciones. Bajo la consigna “de aquí nadie entra ni nadie sale”, se apostaron con palos, piedras, agua y hortiga para vigilar el segundo debate del proyecto de Ley de Recursos Hídricos.
Estuvieron desde el mediodía presionando para que los legisladores cedan en cinco puntos clave de la norma: la Autoridad Única del Agua, la redistribución del recurso, la garantía del riego, la desprivatización y la participación de los usuarios en la toma de decisiones sobre el manejo del agua.
Pasadas las 18:00, los ánimos comenzaron a caldearse porque los funcionarios legislativos buscaban salir del lugar y los pocos que se atrevieron fueron hostigados y golpeados.
Paralelamente, el presidente de la Asamblea, Fernando Cordero, suspendió la sesión “por cinco minutos” que se convirtieron en una hora. En ese lapso, dialogó con Marlon Santi, titular de la Conaie; y con la asambleísta Lourdes Tibán (Pachakutik), para que ellos calmaran los ánimos de sus bases.
El objetivo no se logró y a las 19:20 el funcionario reinstaló la cita hasta cerca de las 21:00.
Afuera, Raúl Vallejo, dirigente de la comunidad de Cangahua (Pichincha), daba las disposiciones a los manifestantes: “no les dejaremos salir y tendrán que estar aquí hasta las últimas consecuencias. El agua es la vida y correrá sangre si es necesario”, sostuvo.
Pero el bloqueo no se pudo mantener ya que más de cien policías presionaron a los indígenas, quienes respondieron con piedras y palos. Ante ello, las primeras bombas lacrimógenas abrieron un boquete entre los manifestantes que fue aprovechado por los uniformados para tomar posiciones.
Desalojaron a los indígenas a ambos lados de la calle Piedrahíta y en fila, autos de asambleístas salieron; mientras otros empleados y legisladores buscaban hacia dónde correr.
La violencia se desató y las piedras alcanzaron a los uniformados. El policía Juan Aguilar cayó herido por el golpe de un adoquín en su espalda.
Media hora duró la batalla campal en la que, entre otros, el vehículo de Julia Ortega, secretaria de Comunicación de la Asamblea, sufrió destrozos.
En la noche, Delfín Tenesaca, de la Ecuarunari; Luis Andrango, de la Fenocín; José Gualichico, de la Feine; y Santi convocaron a una movilización permanente. En contraparte, Cordero denunció que en las protestas hay gente que tiene “otros fines políticos partidistas” y justificó a la Policía.
El debate del proyecto será retomado mañana y está previsto reforzar la seguridad del recinto Legislativo.