La cumbre extraordinaria convocada en la ciudad argentina de Bariloche para el próximo viernes supone un desafío para la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) tras el fracaso de la cita de inicios de agosto en Quito.
La reunión fue convocada para discutir el conflicto regional suscitado por el acuerdo alcanzado entre Bogotá y Washington para el uso de bases colombianas por parte de tropas estadounidenses, principal foco de tensión en la cumbre de Quito, donde no pudo consensuarse una declaración final.
El acuerdo ha provocado la ira del venezolano Hugo Chávez, que lidera el sector crítico más duro, apoyado por el ecuatoriano Rafael Correa y el boliviano Evo Morales; ha suscitado malestar en Brasil y Argentina, y ha sido acogido con respeto por Chile, Paraguay, Uruguay y Perú.
Para Argentina, anfitrión de esta cumbre extraordinaria, la organización enfrenta un "nuevo desafío" en el intento de encontrar una salida al conflicto.
En Unasur "hay voluntad política de encontrarse, aunque (la organización) está todavía muy sujeta a condicionamientos internos y a relaciones aún frágiles", admitió recientemente el canciller argentino, Jorge Taiana, convencido de la necesidad de recuperar la capacidad de diálogo entre sus miembros.
Fuentes diplomáticas suramericanas reconocieron que no será fácil encontrar una solución satisfactoria para todas las partes, pero subrayaron la importancia de lograr que el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, ofrezca garantías suficientes.
También sería de desear la definición, por parte de Colombia, de un "mecanismo de confianza" con sus vecinos y rebajar las reservas sobre las consecuencias para la región del aumento de la presencia militar estadounidense en su territorio.
Consciente del reto que enfrenta Unasur, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, quiere evitar que la polémica se traduzca en "retrocesos" en la integración regional.
"Lo central es no permitir que ese tema, aunque sea delicado, cause retrocesos en la integración suramericana", declaró el portavoz de la Presidencia brasileña, Marcelo Bauchman, en vísperas de la visita de Lula a Evo Morales, quien llegó a plantear en la Cumbre de Quito la expulsión de la Unasur a los miembros que permitan la presencia de bases extranjeras en su territorio.
Según analistas consultados por Efe, la controversia difícilmente podrá resolverse en la apacible Bariloche por la polarización de las posiciones en pugna, dejando dudas sobre el futuro de Unasur, constituida en mayo de 2008.
El bloque suramericano había demostrado su capacidad para la resolución de conflictos cuando el año pasado ayudó a encarrilar con éxito la crisis política en Bolivia.
"Pero el acuerdo Colombia-EEUU ha abierto ya una brecha al interior del bloque regional. Las conductas de los líderes se están polarizando", señaló Ariel González Levaggi, director ejecutivo del Centro Argentino de Estudios Internacionales.
Para el académico Félix Peña, miembro del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales, al margen de las limitaciones propias del proceso de constitución de Unasur, que por ejemplo no ha logrado elegir un secretario general por falta de consenso, es una "buena noticia" que el bloque se reúna para "encarar un problema concreto".
En gran medida, coinciden los expertos, el futuro de la unión dependerá del rol que juegue Brasil, líder indiscutible en la región.
El viejo "ABC" (Argentina, Brasil y Chile), apuntó Peña, "tiene un papel importante a desempeñar en la preservación de la paz y estabilidad política en la región" y "Unasur es uno de los espacios en el que pueden canalizar su acción diplomática muchas veces colectiva e, incluso, bien silenciosa, como suele ser la buena diplomacia".
La reunión "es una gran oportunidad que tenemos para demostrar que América del Sur está construyendo su democracia, su prosperidad y estamos trabajando para que reine la paz en Suramérica", afirmó Lula el pasado fin de semana.
La reunión fue convocada para discutir el conflicto regional suscitado por el acuerdo alcanzado entre Bogotá y Washington para el uso de bases colombianas por parte de tropas estadounidenses, principal foco de tensión en la cumbre de Quito, donde no pudo consensuarse una declaración final.
El acuerdo ha provocado la ira del venezolano Hugo Chávez, que lidera el sector crítico más duro, apoyado por el ecuatoriano Rafael Correa y el boliviano Evo Morales; ha suscitado malestar en Brasil y Argentina, y ha sido acogido con respeto por Chile, Paraguay, Uruguay y Perú.
Para Argentina, anfitrión de esta cumbre extraordinaria, la organización enfrenta un "nuevo desafío" en el intento de encontrar una salida al conflicto.
En Unasur "hay voluntad política de encontrarse, aunque (la organización) está todavía muy sujeta a condicionamientos internos y a relaciones aún frágiles", admitió recientemente el canciller argentino, Jorge Taiana, convencido de la necesidad de recuperar la capacidad de diálogo entre sus miembros.
Fuentes diplomáticas suramericanas reconocieron que no será fácil encontrar una solución satisfactoria para todas las partes, pero subrayaron la importancia de lograr que el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, ofrezca garantías suficientes.
También sería de desear la definición, por parte de Colombia, de un "mecanismo de confianza" con sus vecinos y rebajar las reservas sobre las consecuencias para la región del aumento de la presencia militar estadounidense en su territorio.
Consciente del reto que enfrenta Unasur, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, quiere evitar que la polémica se traduzca en "retrocesos" en la integración regional.
"Lo central es no permitir que ese tema, aunque sea delicado, cause retrocesos en la integración suramericana", declaró el portavoz de la Presidencia brasileña, Marcelo Bauchman, en vísperas de la visita de Lula a Evo Morales, quien llegó a plantear en la Cumbre de Quito la expulsión de la Unasur a los miembros que permitan la presencia de bases extranjeras en su territorio.
Según analistas consultados por Efe, la controversia difícilmente podrá resolverse en la apacible Bariloche por la polarización de las posiciones en pugna, dejando dudas sobre el futuro de Unasur, constituida en mayo de 2008.
El bloque suramericano había demostrado su capacidad para la resolución de conflictos cuando el año pasado ayudó a encarrilar con éxito la crisis política en Bolivia.
"Pero el acuerdo Colombia-EEUU ha abierto ya una brecha al interior del bloque regional. Las conductas de los líderes se están polarizando", señaló Ariel González Levaggi, director ejecutivo del Centro Argentino de Estudios Internacionales.
Para el académico Félix Peña, miembro del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales, al margen de las limitaciones propias del proceso de constitución de Unasur, que por ejemplo no ha logrado elegir un secretario general por falta de consenso, es una "buena noticia" que el bloque se reúna para "encarar un problema concreto".
En gran medida, coinciden los expertos, el futuro de la unión dependerá del rol que juegue Brasil, líder indiscutible en la región.
El viejo "ABC" (Argentina, Brasil y Chile), apuntó Peña, "tiene un papel importante a desempeñar en la preservación de la paz y estabilidad política en la región" y "Unasur es uno de los espacios en el que pueden canalizar su acción diplomática muchas veces colectiva e, incluso, bien silenciosa, como suele ser la buena diplomacia".
La reunión "es una gran oportunidad que tenemos para demostrar que América del Sur está construyendo su democracia, su prosperidad y estamos trabajando para que reine la paz en Suramérica", afirmó Lula el pasado fin de semana.