Hace algún tiempo escribí que si en los ‘70 vivíamos la pesadilla de un mundo lleno de abogados; entonces asistíamos al mal sueño de otro repleto de gerentes.
Reconozco mi error. Se trataba de un país atiborrado de vendedores con título académico.
El actual sistema universitario ecuatoriano es el rostro tragicómico o comitrágico del neoliberalismo. Durante los ‘70 y ‘80, los grandes medios de comunicación, gurúes del neoliberalismo, lanzaron un incesante ataque a la universidad pública acusándola de degradación académica, ajenidad a las necesidades del desarrollo del país, debido a su politización y a la eliminación de los exámenes de ingreso.
Sin embargo, cuando el neoliberalismo tomó el poder, propició, bajo la tesis del libre mercado, no la ciencia sino las universidades garaje y la promoción de carreras originadas en la de “administración de empresas” y que ha logrado una prodigiosa y, a veces hilarante, proliferación de nombres bajo el rótulo de ingenierías: de recreación, de marketing, de ocio...
En un texto de los ‘70, “Universidad y desarrollo”, intentamos demostrar cómo las carreras universitarias surgían de la división del trabajo y de la organización del Estado. Así la ingeniería civil se desarrolló en la era de la infraestructura vial, Arquitectura en la de la urbanización, Economía cuando se formaron los institutos de planificación y de política económica, Agronomía y Veterinaria cuando las haciendas se modernizaron, Geología y Minas en la era petrolera.
El neoliberalismo propició la destrucción del aparato productivo, en especial industrial, y convirtió así al Ecuador en un mercado abierto, gracias a la bonanza petrolera, a la producción mundial. Un país de importaciones en suma. ¿Cómo sorprenderse, entonces, del boom del “marketing”? He conocido graduados en carreras politécnicas -las verdaderas ingenierías: mecánica, electrónica...- que han debido seguir cursos de “mercadeo” para conseguir empleo.
El boom de la “mercadotecnia” funcionó también como generador de ideología. Expectativas en carreras politécnicas conllevan una creencia y demanda de desarrollo económico. En cambio las gerencias e ingenierías de nuevo tipo promueven los imaginarios del mercado. “Hay que saber vender y venderse”, devino en la máxima filosófica de los nuevos tiempos.
La investigación del Conea ha puesto las cosas en su lugar. Ha demostrado lo que todo el mundo intuye. Las únicas universidades verdaderas son las públicas y algunas privadas. Las otras, las universidades garaje, son una farsa para los estudiantes y un atentado a un proyecto de desarrollo científico y productivo del país.
Lamentablemente, la presentación del informe del Conea coincide con el conflicto abierto por el Proyecto de Nueva Ley de Educación Superior. El Gobierno exhibe una suerte de torpeza táctica y se abre frentes por todos lados y mezcla los procesos. Pero, las fuerzas que resisten al proyecto de ley del Gobierno desde las universidades públicas, no pueden entreverar las cosas. Están obligadas a demandar el fin de las universidades garaje y la reorientación global del proyecto académico y científico del país sobre el eje de las universidades públicas.
Reconozco mi error. Se trataba de un país atiborrado de vendedores con título académico.
El actual sistema universitario ecuatoriano es el rostro tragicómico o comitrágico del neoliberalismo. Durante los ‘70 y ‘80, los grandes medios de comunicación, gurúes del neoliberalismo, lanzaron un incesante ataque a la universidad pública acusándola de degradación académica, ajenidad a las necesidades del desarrollo del país, debido a su politización y a la eliminación de los exámenes de ingreso.
Sin embargo, cuando el neoliberalismo tomó el poder, propició, bajo la tesis del libre mercado, no la ciencia sino las universidades garaje y la promoción de carreras originadas en la de “administración de empresas” y que ha logrado una prodigiosa y, a veces hilarante, proliferación de nombres bajo el rótulo de ingenierías: de recreación, de marketing, de ocio...
En un texto de los ‘70, “Universidad y desarrollo”, intentamos demostrar cómo las carreras universitarias surgían de la división del trabajo y de la organización del Estado. Así la ingeniería civil se desarrolló en la era de la infraestructura vial, Arquitectura en la de la urbanización, Economía cuando se formaron los institutos de planificación y de política económica, Agronomía y Veterinaria cuando las haciendas se modernizaron, Geología y Minas en la era petrolera.
El neoliberalismo propició la destrucción del aparato productivo, en especial industrial, y convirtió así al Ecuador en un mercado abierto, gracias a la bonanza petrolera, a la producción mundial. Un país de importaciones en suma. ¿Cómo sorprenderse, entonces, del boom del “marketing”? He conocido graduados en carreras politécnicas -las verdaderas ingenierías: mecánica, electrónica...- que han debido seguir cursos de “mercadeo” para conseguir empleo.
El boom de la “mercadotecnia” funcionó también como generador de ideología. Expectativas en carreras politécnicas conllevan una creencia y demanda de desarrollo económico. En cambio las gerencias e ingenierías de nuevo tipo promueven los imaginarios del mercado. “Hay que saber vender y venderse”, devino en la máxima filosófica de los nuevos tiempos.
La investigación del Conea ha puesto las cosas en su lugar. Ha demostrado lo que todo el mundo intuye. Las únicas universidades verdaderas son las públicas y algunas privadas. Las otras, las universidades garaje, son una farsa para los estudiantes y un atentado a un proyecto de desarrollo científico y productivo del país.
Lamentablemente, la presentación del informe del Conea coincide con el conflicto abierto por el Proyecto de Nueva Ley de Educación Superior. El Gobierno exhibe una suerte de torpeza táctica y se abre frentes por todos lados y mezcla los procesos. Pero, las fuerzas que resisten al proyecto de ley del Gobierno desde las universidades públicas, no pueden entreverar las cosas. Están obligadas a demandar el fin de las universidades garaje y la reorientación global del proyecto académico y científico del país sobre el eje de las universidades públicas.