La cita mundial sobre cambio climático que organiza Bolivia es paralela a la de las Naciones Unidas.
Está previsto que 25 000 representantes de 130 países participen en la Cumbre de los pueblos sobre cambio climático y los derechos de la madre tierra, que se inaugura hoy.
El encuentro, que se realiza en el pueblo de Tiquipaya, Cochabamba, Bolivia, fue convocado por el presidente Evo Morales, tras considerar que fracasó la Cumbre de Copenhague, de diciembre pasado.
El objetivo es delinear una estrategia contra el calentamiento global, que se convierta en una alternativa a los acuerdos que discuten foros mundiales oficiales.
Entre los temas a debatir están los derechos de la madre tierra y un referendo. Este planteamiento de Bolivia -y que algunos observadores califican como poco realista- buscaría exigir a los gobiernos que la temperatura del mundo no suba más de 1ºC y que se transfieran todos los presupuestos militares hacia la defensa ambiental.
También, se propone crear un tribunal de justicia climática, que juzgará a los países cuando dañen la naturaleza. Además, se habla sobre emigrantes climáticos, pueblos indígenas, deuda climática y el Protocolo de Kioto.
Asimismo, se discuten temas como la adaptación, financiamiento, desarrollo y transferencia de tecnología, bosques, el mercado de carbono, agricultura y soberanía alimentaria.
Asisten delegaciones oficiales, ONG, movimientos sociales, artistas y centros independientes de investigación climática.
Ecuador participa con 400 delegados encabezados por el canciller Ricardo Patiño y la ministra de Patrimonio Natural, María Fernanda Espinosa- y representantes de los sectores indígenas. Pero no asisten con una propuesta unificada.
La delegación oficial ecuatoriana presentará a la Iniciativa Yasuní-ITT como su propuesta emblemática. Según Mario Ruales, asesor del Ministerio de Patrimonio Natural, el propósito es que el resto de países lo asuma con un ejemplo sobre mecanismos alternativos frente al cambio climático.
Sin embargo, no hubo consensos con los sectores indígenas sobre el sistema de compensaciones económicas a la reforestación y forestación.
La delegación indígena ecuatoriana, integrada por representantes de la Conaie, Fenocin y Ecuarunari prefiere apoyar las propuestas de Morales. La cita boliviana debate la creación de “una organización paralela a las Naciones Unidas” para defender a la Tierra de los efectos del calentamiento global.
Entretanto, los delegados comenzaron ayer a debatir en 17 grupos de trabajo las resoluciones de la cumbre.
Al final de la cita se elaborará un documento de Tiquipaya que los mandatarios firmantes llevarán a la cumbre de presidentes de fin de año en México. Allí se hará un nuevo intento por un compromiso mundial para frenar el cambio climático.
“Hoy lo que los pueblos están haciendo es intentar mejorar las condiciones de diálogo y de propuestas que los mandatarios de los países industrializados no quisieron subscribir a finales del año pasado”, afirmó Pablo Groux, coordinador de la cita.
Está previsto que 25 000 representantes de 130 países participen en la Cumbre de los pueblos sobre cambio climático y los derechos de la madre tierra, que se inaugura hoy.
El encuentro, que se realiza en el pueblo de Tiquipaya, Cochabamba, Bolivia, fue convocado por el presidente Evo Morales, tras considerar que fracasó la Cumbre de Copenhague, de diciembre pasado.
El objetivo es delinear una estrategia contra el calentamiento global, que se convierta en una alternativa a los acuerdos que discuten foros mundiales oficiales.
Entre los temas a debatir están los derechos de la madre tierra y un referendo. Este planteamiento de Bolivia -y que algunos observadores califican como poco realista- buscaría exigir a los gobiernos que la temperatura del mundo no suba más de 1ºC y que se transfieran todos los presupuestos militares hacia la defensa ambiental.
También, se propone crear un tribunal de justicia climática, que juzgará a los países cuando dañen la naturaleza. Además, se habla sobre emigrantes climáticos, pueblos indígenas, deuda climática y el Protocolo de Kioto.
Asimismo, se discuten temas como la adaptación, financiamiento, desarrollo y transferencia de tecnología, bosques, el mercado de carbono, agricultura y soberanía alimentaria.
Asisten delegaciones oficiales, ONG, movimientos sociales, artistas y centros independientes de investigación climática.
Ecuador participa con 400 delegados encabezados por el canciller Ricardo Patiño y la ministra de Patrimonio Natural, María Fernanda Espinosa- y representantes de los sectores indígenas. Pero no asisten con una propuesta unificada.
La delegación oficial ecuatoriana presentará a la Iniciativa Yasuní-ITT como su propuesta emblemática. Según Mario Ruales, asesor del Ministerio de Patrimonio Natural, el propósito es que el resto de países lo asuma con un ejemplo sobre mecanismos alternativos frente al cambio climático.
Sin embargo, no hubo consensos con los sectores indígenas sobre el sistema de compensaciones económicas a la reforestación y forestación.
La delegación indígena ecuatoriana, integrada por representantes de la Conaie, Fenocin y Ecuarunari prefiere apoyar las propuestas de Morales. La cita boliviana debate la creación de “una organización paralela a las Naciones Unidas” para defender a la Tierra de los efectos del calentamiento global.
Entretanto, los delegados comenzaron ayer a debatir en 17 grupos de trabajo las resoluciones de la cumbre.
Al final de la cita se elaborará un documento de Tiquipaya que los mandatarios firmantes llevarán a la cumbre de presidentes de fin de año en México. Allí se hará un nuevo intento por un compromiso mundial para frenar el cambio climático.
“Hoy lo que los pueblos están haciendo es intentar mejorar las condiciones de diálogo y de propuestas que los mandatarios de los países industrializados no quisieron subscribir a finales del año pasado”, afirmó Pablo Groux, coordinador de la cita.