Techos de zinc desprendidos, paredes desplomadas, botes arrastrados que quedaron encallados en la arena y un oleaje que provocó la muerte del pescador José Daniel Anchundia Cedeño (23), quien ingresó al mar para poner en buen recaudo el bote de su abuelo frente a las costas de Jaramijó, fueron parte de las repercusiones de los fuertes vientos que afectaron la costa de Manabí a partir de las 21:00 del lunes pasado.
Solo en la localidad de Jaramijó se contabilizaron daños en cincuenta casas, de las que dos quedaron destruidas; mientras, tres botes fueron arrastrados hacia la playa.
Una de estas embarcaciones era la que Anchundia buscó salvar cuando ingresó al mar alrededor de las 21:30 del lunes, en plena tempestad. Sus familiares nunca más lo volvieron a ver con vida.
Buzos de la Policía Nacional y del Cuerpo de Bomberos encontraron su cuerpo alrededor de las 12:30 de ayer.
Previo al hallazgo, su madre, Bertha Cedeño, lloraba mientras esperaba noticias de él sentada sobre una hamaca frente a la playa, en tanto que sus hijas la consolaban.
Los daños en Jaramijó se observan en sectores como el Peñón del Diablo o el barrio Honduras, donde una casa quedó reducida a escombros. Sus once ocupantes se refugiaron en la vivienda vecina.
Ellos cuentan que dormían cuando un fuerte viento desprendió primero el techo de zinc. “Luego cogí a mis ocho hijos y salimos con mi esposo y mi suegro, fue allí cuando las paredes se cayeron, apenas pude salvar un TV”, afirmó María Mero, una de las ocupantes de la casa que se desplomó.
Situación similar ocurrió en el malecón de Manta, donde decenas de personas buscaban identificar sus pangas, que quedaron apretujadas contra el rompeolas que forma la vía hacia el aeropuerto.
Solo en este último cantón se contabilizaron daños en medio centenar de lanchas. Además, un barco de diez toneladas se hundió.
El caos fue generalizado en toda la costa manabita. El alcalde de Manta, Jaime Estrada, dijo que se trató de una tormenta tropical que causó daños que no se han cuantificado en viviendas y embarcaciones.
Algunos prefirieron dormir a la intemperie o salieron de sus casas hacia zonas altas ante el temor de que el temporal empeore. Policías recorrieron las calles pidiendo calma pero sin resultados.
El viento y el oleaje calmaron alrededor de las 23:00. Mientras, hasta el mediodía de ayer no se restablecía el servicio de energía eléctrica en Jaramijó. En Manta llegó alrededor de la 01:00 de ayer y de manera paulatina.
Solo en la localidad de Jaramijó se contabilizaron daños en cincuenta casas, de las que dos quedaron destruidas; mientras, tres botes fueron arrastrados hacia la playa.
Una de estas embarcaciones era la que Anchundia buscó salvar cuando ingresó al mar alrededor de las 21:30 del lunes, en plena tempestad. Sus familiares nunca más lo volvieron a ver con vida.
Buzos de la Policía Nacional y del Cuerpo de Bomberos encontraron su cuerpo alrededor de las 12:30 de ayer.
Previo al hallazgo, su madre, Bertha Cedeño, lloraba mientras esperaba noticias de él sentada sobre una hamaca frente a la playa, en tanto que sus hijas la consolaban.
Los daños en Jaramijó se observan en sectores como el Peñón del Diablo o el barrio Honduras, donde una casa quedó reducida a escombros. Sus once ocupantes se refugiaron en la vivienda vecina.
Ellos cuentan que dormían cuando un fuerte viento desprendió primero el techo de zinc. “Luego cogí a mis ocho hijos y salimos con mi esposo y mi suegro, fue allí cuando las paredes se cayeron, apenas pude salvar un TV”, afirmó María Mero, una de las ocupantes de la casa que se desplomó.
Situación similar ocurrió en el malecón de Manta, donde decenas de personas buscaban identificar sus pangas, que quedaron apretujadas contra el rompeolas que forma la vía hacia el aeropuerto.
Solo en este último cantón se contabilizaron daños en medio centenar de lanchas. Además, un barco de diez toneladas se hundió.
El caos fue generalizado en toda la costa manabita. El alcalde de Manta, Jaime Estrada, dijo que se trató de una tormenta tropical que causó daños que no se han cuantificado en viviendas y embarcaciones.
Algunos prefirieron dormir a la intemperie o salieron de sus casas hacia zonas altas ante el temor de que el temporal empeore. Policías recorrieron las calles pidiendo calma pero sin resultados.
El viento y el oleaje calmaron alrededor de las 23:00. Mientras, hasta el mediodía de ayer no se restablecía el servicio de energía eléctrica en Jaramijó. En Manta llegó alrededor de la 01:00 de ayer y de manera paulatina.