domingo, 28 de noviembre de 2010

La minería en el País es un trabajo arriesgado que no paga lo que pesa

Ecuador cuenta con 1.138 concesiones mineras distribuidas en las siete principales provincias mineras: Azuay, El Oro, Zamora, Loja, Morona Santiago, Chimborazo y Cañar, sin contar otras provincias de baja actividad. Los moradores de las zonas auríferas de estas provincias aseguran no encontrar otras fuentes de ingreso económico.

En Zamora, Azuay y El Oro, los tipos de minería hay riesgos y accidentes en una profesión donde la muerte no toma por sorpresa a nadie.

Casi el 90% de la minería que se practica en Ecuador es de tipo artesanal o de sustento, según las autoridades de cada localidad. Esta modalidad, como expone el artículo 134 de la Ley Minera, es “aquella que se efectúa mediante trabajo individual, familiar o asociativo y que se caracteriza por la utilización de herramientas, máquinas simples y portátiles destinadas a la obtención de minerales cuya comercialización en general solo permite cubrir las necesidades básicas de la persona o grupo familiar que las realiza y que no hayan requerido una inversión superior a las ciento cincuenta remuneraciones básicas unificadas ($ 36.000)”.

El mismo artículo especifica que: “En caso de producirse la asociación de tres o más mineros artesanales su inversión será de trescientas remuneraciones básicas unificadas ($ 72.000) y previo informe técnico, económico, social y ambiental de la Agencia de Regulación y Control Minero (Arcom)”.

Jorge Eduardo Calves, subsecretario de Minas de Zamora Chinchipe, explica que la pequeña minería acepta hasta 5.000 hectáreas de extensión y 100.000 toneladas diarias de producción. Pero, para llegar a la etapa de producción o explotación, como también se la conoce, un yacimiento atraviesa por dos fases previas: exploración y exploración avanzada, en las que se debe analizar si el lugar contiene minerales y si su explotación es rentable. Después de estas etapas, en la cuales se invierten entre $ 10 y $ 50 millones, los concesionarios deben decidir si quieren pasar a la fase de exploración o deben devolverla al Estado.

“Antes de la Ley Minera no conocíamos casi nada sobre nuestros recursos naturales. Ahora los concesionarios están obligados a dar la información después de cada fase, y eso facilita el control”, dice Calves, al referirse al cuerpo legal aprobado el 12 de enero pasado.

En Zamora Chinchipe, donde el 90% de la minería es subterránea y el resto a cielo abierto, por ejemplo, de las 240 concesiones activas, todas identificadas como minería de sustento, 36 están en fase de explotación, pero solo 26 están extrayendo minerales, pues en las demás no hay actividades por falta de inversión, presume el Subsecretario de Minas de la provincia.

Walter Ochoa, director de Arcom Zamora, explica que por la geografía de la provincia, los sectores de mayor riesgo para los trabajadores son: Nambija y Chinapinza, porque en esas zonas los mineros ilegales abrieron vetas sin estudios técnicos, convirtiendo la montaña en una especie de casa de termitas.

Nambija es una montaña agujerada al norte de Zamora. Desde otra colina se observa un caserío irregular, con construcciones de caña apiñadas una al lado de la otra. En medio, sobre o al costado de cada vivienda hay un hoyo, nada más. Por ahí los mineros empíricos inician la aventura subterránea para una práctica denominada “de subsistencia”, donde precisamente lo menos seguro es sobrevivir.