lunes, 7 de diciembre de 2009

por último que saquen el cadáver y lo metan entre rejas’


Tranquila y elegante, Carolina Cabrera da la cara para decir su verdad. La hija del extinto notario de Machala José Cabrera fue sentenciada a cinco años de cárcel por presunta estafa, pero estuvo 16 meses en la cárcel de Mujeres de Quito. Salió libre la semana pasada porque la absolvió la Segunda Sala Penal (la preside Luis Abarca) de la Corte Nacional de Justicia. Entre rejas estudió Marketing, Jurisprudencia y escribió un libro. Insiste en que no conoció de los negocios de su padre, pese a que en junio de 2005 este le dijo al fiscal, Wilson Toainga, que sus hijos tenían una oficina de captación de valores.

Su padre le dijo a la Fiscalía que usted y su hermano captaban valores…

No le podría responder por las palabras de mi papá, él está muerto. ¿Por qué lo dijo? Desconozco. Le respondo como Carolina Cabrera. Si dijo eso, ¿por qué ese fiscal, que era el que tenía la sartén por el mango, no siguió la investigación? Si mi papá le dijo que sus hijos eran los que captaban el dinero y había esa investigación, ¿por qué no nos llamó?

¿Qué hubiera hecho si el fiscal la buscaba en ese momento?

Yo no vivía escondida; era una persona pública en Machala y era fácil ubicarme. Mi respuesta hubiera sido decir que mi papá está loco, ¿qué es lo que le está pasando?, ¿qué es lo que está diciendo? Desgraciadamente, el fiscal no nos dio la oportunidad para la defensa, sino que esperó que él se muera para abrir la bomba. Pienso que hay un grado de responsabilidad pública de aquel fiscal por no hacer las cosas a su tiempo. Mi papá estaba vivo; podía responder qué hizo con el dinero, dónde está, lo prestó o a qué negocio se dedicaba, o quién lo tuvo tantos años para que devuelva la cantidad de usura que cometió, porque eso era agiotismo.

¿Cuántas empresas manejó? Se habla de una cantidad indeterminada de lotes de terreno, empresas y vehículos. Para tener 39 años parece que administró muy bien sus negocios...

Siempre he sido trabajadora y emprendedora y eso Machala lo sabe. La gente que me conoce desde joven sabe a qué me dedico. Para saber de los terrenos basta ir al Registro de la Propiedad de Machala, de Guayaquil o de Quito, y ver qué tan millonaria soy. La gente dice lo que quiere y en el proceso han puesto todo lo que no es, pero lo que es no consta. No tengo lotes de terreno en una cantidad increíble.

En el proceso se habla de 172 lotes de terreno, tres camaroneras, 14 vehículos, fincas y una docena de empresas...

Mis bienes se reducen a dos empresas: José Can y Casa de Oro, que es dueña de un galpón en Puerto Bolívar, una camaronera, una construcción que está en el centro de Machala que está tomada por el abogado Harry Álvarez. Casa de Oro nació en agosto o septiembre de 2005; se iba a dedicar a construir, apenas tiene un terreno. Siempre me he dedicado al negocio inmobiliario. Como fue próspero, quise hacerle una compañía, darle personería jurídica; esa era la idea porque no es que crecí de la noche a la mañana. Me habla de mis 39 años, pero trabajo desde los 18. No es una fortuna. Tengo bienes, pero no de los que se habla; y sobre los bienes en nombres de terceros, habría que preguntarle a la gente de dónde los sacó.

El proceso dice que realizadas las conciliaciones bancarias, entre 2003 y 2005, usted habría movido 5 millones de dólares...

Estoy pidiendo al Banco del Austro mis estados de cuenta desde marzo, no sé de dónde salió esa información, porque dista mucho de los estados de cuenta que tengo. Ahora que estoy libre vamos a demostrar que nada de lo que se dijo es verdad. Fui un chivo expiatorio del caso.

Usted y su hermano reconocieron que su padre se dedicaba a un negocio ilegal...

En diciembre de 2005, en un manifiesto, lamentamos las actuaciones de mi padre; y mi hermano dijo: ‘honraremos la memoria de mi padre’. Tuvimos la intención, porque somos personas bien formadas, pero ante semejante magnitud ¿qué podíamos hacer? Era inmanejable y corrían peligro nuestras vidas. De hecho, no nos equivocamos. Con la profanación de la tumba (de mi padre), la gente tenía desbordada sus ambiciones.

¿Cuál fue su primera reacción, si hasta ese momento no sabía a qué se dedicaba su padre?

Cuando mi padre muere estuve en EE.UU. El 26 de octubre se me comunica y lo primero que hago es regresar, porque murió mi padre, no el perro de la casa. Si hubiera sabido en lo que estaba metida, que no tenía dinero para devolver o alguna cosa, no regreso. Hubiera mandado a traer a mis hijos y se acabó, allá que se maten, estuve en el funeral.

Se habla de 83 letras de cambio a su nombre por $ 78.369...

Es de mi negocio inmobiliario, gente a la que le vendí un departamento o que me hacía pagos mensuales. Desgraciadamente, los peritos o no saben o no fueron a esa clase, las letras de cambio fueron giradas a mi nombre; soy la beneficiaria, no la firmante.

Cuando salió de Ecuador, ¿adónde se dirigió?

A Estados Unidos, fue una vida muy caótica; tener tres hijos no es fácil. En el libro que escribí saldrán a relucir muchas verdades del porqué yo estuve en Venezuela. Pagué una cuenta que no era mía y por último si algo mi papá le debía a la sociedad ya creo que es suficiente; por último, que saquen el cadáver y lo metan entre rejas.

Usted anunció acciones legales en contra de varias personas...

Lo estamos delineando. Estar 16 meses en la cárcel no es cosa fácil. Que lo asumiera con dignidad no significa que no llevo un dolor. Las acciones son contra las personas que declararon en la audiencia fallida, en especial el señor Zambrano, el procurador común de los depositantes.
Pagué una cuenta que no era mía y por último si algo mi papá (el notario de Machala José Cabrera) le debía a la sociedad, ya creo que es suficiente. Por último que saquen el cadáver y lo metan entre rejas”.
En mis días de presidio gasté muchas noches en escribir mi historia que no es una historia cualquiera. Paradójicamente soy la heredera de su delito y de las personas que hicieron negocio con él”.
Quién es
Carolina Cabrera, tiene 39 años de edad y tres hijos. Es la hija del fallecido notario de Machala José Cabrera, quien murió en octubre del 2005 y estuvo dedicado a la captación ilegal de dinero. Mientras estuvo detenida en la cárcel de mujeres de El Inca, en el norte de Quito, completó sus estudios de Marketing y Jurisprudencia, y escribió su historia.(Expreso)