El presidente de Bolivia, Evo Morales, fue uno de los más críticos al subrayar que los modelos económicos actuales son responsables de la pobreza y propuso romper con la dependencia del Fondo Monetario Internacional (FMI) creando un Banco Mundial del Sur para los países en vías de desarrollo que no imponga condiciones y ajustes estructurales. “Para combatir la pobreza es vital democratizar las economías, de modo tal que estén al servicio de las mayorías, y poner fin al saqueo de los recursos del sur”, afirmó ayer Morales, en la Cumbre del Milenio de la ONU que se prolongará hasta el 23 de septiembre. “El objetivo de destinar el 0,7% del Producto Interior Bruto de las economías ricas a la ayuda al desarrollo es el pago de una deuda con el sur”, afirmó.
Morales propuso la creación del Banco Mundial del Sur como una de las medidas para que los países en desarrollo puedan alcanzar los Objetivos del Milenio (ODM), fijados hace diez años.
El presidente de Honduras, Porfirio Lobo, primer orador latinoamericano, planteó que el acceso a los mercados internacionales es tan importante como la ayuda oficial al desarrollo. El contexto de crisis económica global hace temer a muchos países que se aplacen ayudas financieras básicas para sacar de la pobreza extrema a millones de personas antes de 2015. “El cumplimiento de los compromisos adoptados hace diez años por la comunidad internacional requiere que se actúe con mayor energía y acelerar el paso”, apuntó Lobo.
El secretario general de la ONU, Ban ki-moon, consideró que los objetivos del milenio son realizables, pero requieren más voluntad política para apoyar a los más vulnerables a pesar de la crisis.
El organismo internacional estima que se necesitará una aportación adicional de cien millones de dólares en 5 años para conseguir los ocho ambiciosos objetivos que son: erradicar la pobreza extrema y el hambre, lograr la enseñanza primaria universal y promover la igualdad entre los géneros. Se suman reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna, combatir el VIH/SIDA, garantizar el sustento del medio ambiente y fomentar una asociación para el desarrollo.
Entre las propuestas presentadas ayer, el jefe del Ejecutivo español, José Luis Rodríguez Zapatero, abogó por una tasa sobre las transacciones financieras internacionales y se comprometió a defender esta medida en foros como la UE o el G20 (países ricos y principales emergentes). En la misma línea, su homólogo francés, Nicolas Sarkozy, dijo que intentará acelerar ese nuevo impuesto destinado al desarrollo durante la presidencia gala del G-20 y del G-8.
El presidente de Guatemala, Álvaro Colom, destacó el crecimiento experimentado por su país en los últimos 15 años, gracias a los programas de ayuda al desarrollo y pidió que, a pesar del contexto de crisis global, no se frenen los compromisos de ayuda.
Mientras que el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, advirtió que es necesario conectar los diversos objetivos para ganar eficacia, pues no es suficiente construir centros de salud si no hay vías para que las madres lleguen y tampoco es suficiente aportar libros si los niños no pueden hacer deberes por la noche porque no tienen luz.
Morales propuso la creación del Banco Mundial del Sur como una de las medidas para que los países en desarrollo puedan alcanzar los Objetivos del Milenio (ODM), fijados hace diez años.
El presidente de Honduras, Porfirio Lobo, primer orador latinoamericano, planteó que el acceso a los mercados internacionales es tan importante como la ayuda oficial al desarrollo. El contexto de crisis económica global hace temer a muchos países que se aplacen ayudas financieras básicas para sacar de la pobreza extrema a millones de personas antes de 2015. “El cumplimiento de los compromisos adoptados hace diez años por la comunidad internacional requiere que se actúe con mayor energía y acelerar el paso”, apuntó Lobo.
El secretario general de la ONU, Ban ki-moon, consideró que los objetivos del milenio son realizables, pero requieren más voluntad política para apoyar a los más vulnerables a pesar de la crisis.
El organismo internacional estima que se necesitará una aportación adicional de cien millones de dólares en 5 años para conseguir los ocho ambiciosos objetivos que son: erradicar la pobreza extrema y el hambre, lograr la enseñanza primaria universal y promover la igualdad entre los géneros. Se suman reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna, combatir el VIH/SIDA, garantizar el sustento del medio ambiente y fomentar una asociación para el desarrollo.
Entre las propuestas presentadas ayer, el jefe del Ejecutivo español, José Luis Rodríguez Zapatero, abogó por una tasa sobre las transacciones financieras internacionales y se comprometió a defender esta medida en foros como la UE o el G20 (países ricos y principales emergentes). En la misma línea, su homólogo francés, Nicolas Sarkozy, dijo que intentará acelerar ese nuevo impuesto destinado al desarrollo durante la presidencia gala del G-20 y del G-8.
El presidente de Guatemala, Álvaro Colom, destacó el crecimiento experimentado por su país en los últimos 15 años, gracias a los programas de ayuda al desarrollo y pidió que, a pesar del contexto de crisis global, no se frenen los compromisos de ayuda.
Mientras que el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, advirtió que es necesario conectar los diversos objetivos para ganar eficacia, pues no es suficiente construir centros de salud si no hay vías para que las madres lleguen y tampoco es suficiente aportar libros si los niños no pueden hacer deberes por la noche porque no tienen luz.