El líder libio Muamar el Gadafi aseguró ayer, en un discurso en la televisión estatal, que no abandonará el poder, que está “dispuesto a morir en Libia”, a combatir a “las ratas que crean los disturbios” y ordenó a sus fuerzas aplastar las protestas.
Gadafi, de 68 años, en el poder desde 1969, advirtió además que los manifestantes armados serán ejecutados y llamó a sus partidarios a manifestar hoy, prosiguiendo la contraofensiva para salvar a su “Jamahiriya” (República de Masas) Árabe Popular y Socialista.
“Lucharé hasta la última gota de mi sangre. Gadafi no tiene un cargo oficial del que pueda dimitir. Es el guía de la revolución hasta el fin de los días”, declaró, para luego amenazar con “purgar Libia casa por casa” y llamar a sus seguidores a “capturar a las ratas”.
En Nueva York, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas emitió una declaración llamando al fin inmediato de la violencia en Libia.
El embajador adjunto de la misión libia ante la ONU, Ibrahim Dabbashi, retiró su lealtad a Gadafi, como muchos otros diplomáticos y jerarcas del régimen, para protestar contra el violento aplastamiento de la disconformidad del pueblo.
La alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navi Pillay, advirtió que “los ataques sistemáticos contra la población civil podrían considerarse crímenes contra la humanidad”.
La secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, afirmó que el “baño de sangre” que está causando el régimen libio entre los manifestantes es “completamente inaceptable” y “tiene que parar”.
Organizaciones internacionales de defensa de los derechos humanos evaluaban el lunes hasta en 400 el número de víctimas de la sublevación iniciada el 15 de febrero. Human Rights Watch (HRW) estimó que la represión solo en la capital dejó al menos 62 fallecidos.
Según datos presentados ayer por Saif al Islam, hijo de Gadafi, los actos de violencia han dejado 300 muertos, de ellos 242 civiles y 58 militares.
Según reportes de la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH), los manifestantes controlan varias ciudades, entre ellas Bengasi (la segunda del país), Syrta y Tobruk (todas en el este), así como Misrata, Joms, Tarhuná, Zenten, Al Zawiya y Zuara, cerca de la capital.
El canciller egipcio, Ahmad Abul Gheit, aseguró que las pistas del aeropuerto de Bengasi fueron bombardeadas y que eso dificulta la evacuación de los egipcios que viven en Libia.
Como consecuencia de la situación libia, el precio del barril de petróleo West Texas Intermediate aumentó un 8,5% al cierre en Nueva York, a $ 93,57, las Bolsas mundiales registraron fuertes caídas y las petroleras española Repsol e italiana ENI anunciaron la suspensión de las operaciones en ese país.