En su exposición final, la representante de la Fiscalía señaló que “justificamos y probamos que los procesados forman parte de una organización narcodelictiva que también lavaba dinero”. Explicó que la concreción del ilícito fue a través de la multinacional Jooamy Ema que, a pesar de haberse creado en 2007, hasta septiembre de 2008 no llevaba contabilidad y tampoco declaró utilidades al Servicio de Rentas Internas (SRI). “No existe una sola actividad hecha por la multinacional que diga que de eso salía un solo centavo o que pruebe que con eso subsistía”, manifestó la funcionaria.
Evidenció que en el tiempo de constitución de la compañía (desde 2007 hasta 2008) había un movimiento de 4’645.473 dólares “que se lavaron a través de la multinacional Jooamy Ema, cuyo origen ilícito es el narcotráfico”.
La Fiscal habló de seis actividades efectuadas por la empresa: el concierto Salsa con amor, el proyecto de una fábrica de balanceados en Riobamba, la hacienda Pedernales, concierto fallido de la agrupación mexicana Maná, el proyecto de torres de perforación y la licitación de juguetes para la Policía y las Fuerzas Armadas.
Esos proyectos totalizarían más de 4,6 millones de dólares, cuyo origen, según la Fiscalía, no fue justificado.
“Cómo puede haber en una compañía tantas actividades, que de recién creada maneje tantos proyectos”, agregó.
La defensa presentó testigos que buscaban demostrar que Édison y Miguel no eran accionistas de la empresa cuestionada, algo que para Altamirano no estaba en duda. Al estrado fueron llamados ex trabajadores, notarios y otros que ratificaron que era Jefferson Ostaiza (prófugo), hermano de los procesados, el representante legal y accionista principal.
En total declararon 23 de las 62 personas llamadas a la diligencia. El primer día, solo 10 dieron su testimonio y ayer 13.
La ausencia de casi dos terceras partes de los citados motivó a Medrano a pedir la suspensión de la audiencia. El tribunal negó la solicitud, señalando que era su responsabilidad verificar que asistieran.
Tras el fallo, Édison dijo que sabía que eso pasaría “porque es el mandato que tenían que seguir, ‘el Tío Sam’ da las órdenes y tenían que cumplir”.
A las 14:30 de ayer, y con la decisión de los judiciales de Pichincha, Miguel recogió la imagen del Divino Niño que colocó en la mesa del tribunal y con su hermano regresó a la cárcel con el temor de ser trasladados luego al centro ‘La Roca’, en Guayaquil.