martes, 26 de mayo de 2009

Funes inaugura era de izquierda en El Salvador entre expectativas y crisis


El presidente electo de El Salvador, Mauricio Funes, inaugurará este 1 de junio una inédita era de izquierda en el país con la llegada al poder del FMLN, entre expectativas de cambios sociales y atención a los "excluidos", y con un Gobierno agobiado por las deudas en una época de crisis mundial.

El periodista Funes pasará a la historia como el primer presidente del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), la ex guerrilla y ahora partido izquierda con la que logró quebrar en las urnas una hegemonía de 20 años de la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA, derecha).

"Ahora es el turno del ofendido, ahora es la oportunidad de los excluidos, ahora es la oportunidad de los marginados, ahora es la oportunidad de los auténticos demócratas", anticipó Funes el pasado 15 de marzo, después de proclamar su victoria en los comicios.
Funes, quien parafraseó el titulo del libro "El turno del ofendido" de Roque Dalton, el más insigne de los escritores y revolucionarios salvadoreños que fue asesinado en mayo de 1975 por sus propios compañeros de armas, asumió no solo ese compromiso, sino también el discurso social de monseñor Óscar Arnulfo Romero, asesinado en 1980 a manos de un comando de ultraderecha.

Su administración nace entre expectativas de cambio en un país que aún sufre las heridas de un conflicto que vivió entre 1980 y 1992, y una realidad de crisis económica.

Pero también inicia su Gobierno en un momento en el que una izquierda con distintos matices lleva las riendas en países como Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Nicaragua y Venezuela.

El catedrático Dagoberto Gutiérrez, quien perteneció al FMLN en la época de guerrilla, prefiere denominar al de Funes como un "Gobierno de izquierdas", aunque advierte que no podrá seguir los pasos de sus colegas.

"Nosotros somos un pedazo de costa y el país más pobre de Centroamérica", argumentó, al marcar las diferencias con estos Gobiernos y plantear, entre otros, un cambio desde la "visión washingtoniana del mundo a una visión salvadoreña".

Y a ese panorama nada alentador se suma la precaria situación del país, que afronta un déficit fiscal estimado en unos 500 millones de dólares, la caída en un 9,2% en lo que va del año de las remesas desde el extranjero, el retroceso de las exportaciones, así como de los ingresos del Estado, ante la baja en la recaudación tributaria.

"Vamos a encontrar, si no se hace nada, un Gobierno totalmente desfinanciado, sin plata ni siquiera para pagar los salarios del mes de junio", afirmó Funes recientemente.

Dio así un campanazo de alerta antes de que el Congreso aprobara la reorientación de 650 millones de dólares de dos préstamos internacionales y la emisión de títulos valores de crédito por 1.853 millones de dólares para atender a corto plazo compromisos del Ejecutivo, tanto saliente como del entrante.

Además, indicó que la economía salvadoreña decrecerá un 1%, lo que echa por tierra las aspiraciones de un resultado positivo de 0,5% para 2009.

"Le va a tocar recibir los efectos de una crisis que ya era anunciada", dijo a Efe el experto Roberto Rubio, quien apuntó que esto se conjuga con "unas finanzas públicas muy maltrechas".

Los desafíos se anticipan complejos y entre ellos se cuentan la atención a asuntos como la pobreza, la salud pública, la inseguridad, e incluso hay quienes esperan la atención de parte de Funes a agobiados deudores en riesgo de perder sus humildes casas.

La prueba no será solo para Funes, sino para el FMLN, que pese a estar en el poder no cuenta con una mayoría en el Congreso y enfrenta a una derecha dispuesta, según Gútierrez, a pelear "por el poder político".