La Comunidad Andina (CAN) cumple el martes 40 años de existencia y "si acabara mañana, habría que crear otra pasado mañana", dijo en una entrevista a Efe su secretario general, el ecuatoriano Freddy Ehlers.
Sumida en una casi sempiterna crisis, con permanentes cuestionamientos a su misma existencia, la Comunidad Andina puede sin embargo celebrar el hecho de cumplir 40 años "en los que se ha avanzado en muchísimos campos" desde la firma del Acuerdo de Cartagena en mayo de 1969, comenta.
Nacida como un organismo que promoviera el libre comercio y la unión arancelaria, hoy sus miembros (tras el abandono de Chile y Venezuela) se debaten entre dos visiones antagónicas: una proteccionista, representada por Ecuador y Bolivia, y otra favorable al libre comercio a ultranza, que abanderan Perú y Colombia.
Ehlers no ve en esto un problema: "Cada pueblo tiene derecho a dirigir su economía y su Gobierno de la mejor forma posible; existen visiones distintas y cada uno ejerce su derecho al modelo que ha escogido: no se trata de imponer un modelo", señala.
Una de las crisis más agudas fue la que estalló el pasado agosto, cuando Perú, Ecuador y Colombia modificaron una norma de propiedad intelectual con la oposición de Bolivia, país que mostró sin ambages su disgusto porque se había roto el consenso con el que la CAN había funcionado tradicionalmente.
El Gobierno de La Paz llegó a pedir la destitución de Ehlers (en el cargo desde enero de 2007) por "violación" del Acuerdo de Cartagena.
Ehlers, que minimiza hoy el enfado boliviano, considera que la CAN está en este caso expuesta "al mismo debate que cualquier organismo supranacional: la toma de decisiones (por mayoría o por unanimidad), que se convierten en normas vinculantes para sus países".
El ecuatoriano recuerda que, pese a todos los debates, la realidad es elocuente, ya que el comercio inter-andino se ha multiplicado por setenta desde que se creó la CAN, y asegura que este comercio lo protagonizan sobre todo pequeñas empresas, lo que redunda en la estabilidad del tejido social regional.
Pero en todo caso, subraya los logros de la integración más allá de lo meramente económico, y cita las "cinco áreas, 22 programas y 75 proyectos" comunes actualmente en marcha en temas como consejos indígenas, el satélite andino, la cadena de televisión andina, reconocimiento a medicinas tradicionales o la negociación de terapias médicas más baratas.
La CAN tiene su sede en Lima, en un enorme edificio que da trabajo a 150 personas. A semejanza de los organismos europeos, también cuenta con un Parlamento Andino (20 diputados, cinco por país) y un organismo judicial propio, aunque con muy poca visibilidad.
La Unión Europea ha preferido tener a la CAN como único interlocutor para un tratado de libre comercio, pero las discrepancias se han impuesto sobre los buenos deseos: primero Bolivia se retiró de las negociaciones, y ahora Perú, Colombia y Ecuador negocian simultáneamente pero por separado sus propios acuerdos, como admitió hoy la ministra peruana de Comercio Exterior, Mercedes Aráoz.
Así, la CAN está desapareciendo de los grandes escenarios para centrarse en acuerdos menos ambiciosos, y además su presencia como organismo supranacional se desdibuja al aparecer nuevos grupos regionales como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).
Pero Ehlers, inasequible al desaliento, alega que, si bien la integración latinoamericana sigue siendo el objetivo de todos, "por razones prácticas y de realidad geográfica y geopolítica, se ha optado por uniones subregionales porque resulta muy complejo y difícil hacer proyectos de desarrollo en Latinoamérica por lo vasta que es y por la cantidad de países".
El secretario de la Comunidad Andina no ve en peligro a este organismo porque, a diferencia de la Unión Europea, nacida entre Estados tan dispares, en la CAN la "unidad es mayor, no existe diferencia de idioma o de tradiciones".
"Somos un solo pueblo latinoamericano. Ya lo decía Bolívar: somos una nación de repúblicas hermanas", concluye.(EFE)
Sumida en una casi sempiterna crisis, con permanentes cuestionamientos a su misma existencia, la Comunidad Andina puede sin embargo celebrar el hecho de cumplir 40 años "en los que se ha avanzado en muchísimos campos" desde la firma del Acuerdo de Cartagena en mayo de 1969, comenta.
Nacida como un organismo que promoviera el libre comercio y la unión arancelaria, hoy sus miembros (tras el abandono de Chile y Venezuela) se debaten entre dos visiones antagónicas: una proteccionista, representada por Ecuador y Bolivia, y otra favorable al libre comercio a ultranza, que abanderan Perú y Colombia.
Ehlers no ve en esto un problema: "Cada pueblo tiene derecho a dirigir su economía y su Gobierno de la mejor forma posible; existen visiones distintas y cada uno ejerce su derecho al modelo que ha escogido: no se trata de imponer un modelo", señala.
Una de las crisis más agudas fue la que estalló el pasado agosto, cuando Perú, Ecuador y Colombia modificaron una norma de propiedad intelectual con la oposición de Bolivia, país que mostró sin ambages su disgusto porque se había roto el consenso con el que la CAN había funcionado tradicionalmente.
El Gobierno de La Paz llegó a pedir la destitución de Ehlers (en el cargo desde enero de 2007) por "violación" del Acuerdo de Cartagena.
Ehlers, que minimiza hoy el enfado boliviano, considera que la CAN está en este caso expuesta "al mismo debate que cualquier organismo supranacional: la toma de decisiones (por mayoría o por unanimidad), que se convierten en normas vinculantes para sus países".
El ecuatoriano recuerda que, pese a todos los debates, la realidad es elocuente, ya que el comercio inter-andino se ha multiplicado por setenta desde que se creó la CAN, y asegura que este comercio lo protagonizan sobre todo pequeñas empresas, lo que redunda en la estabilidad del tejido social regional.
Pero en todo caso, subraya los logros de la integración más allá de lo meramente económico, y cita las "cinco áreas, 22 programas y 75 proyectos" comunes actualmente en marcha en temas como consejos indígenas, el satélite andino, la cadena de televisión andina, reconocimiento a medicinas tradicionales o la negociación de terapias médicas más baratas.
La CAN tiene su sede en Lima, en un enorme edificio que da trabajo a 150 personas. A semejanza de los organismos europeos, también cuenta con un Parlamento Andino (20 diputados, cinco por país) y un organismo judicial propio, aunque con muy poca visibilidad.
La Unión Europea ha preferido tener a la CAN como único interlocutor para un tratado de libre comercio, pero las discrepancias se han impuesto sobre los buenos deseos: primero Bolivia se retiró de las negociaciones, y ahora Perú, Colombia y Ecuador negocian simultáneamente pero por separado sus propios acuerdos, como admitió hoy la ministra peruana de Comercio Exterior, Mercedes Aráoz.
Así, la CAN está desapareciendo de los grandes escenarios para centrarse en acuerdos menos ambiciosos, y además su presencia como organismo supranacional se desdibuja al aparecer nuevos grupos regionales como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).
Pero Ehlers, inasequible al desaliento, alega que, si bien la integración latinoamericana sigue siendo el objetivo de todos, "por razones prácticas y de realidad geográfica y geopolítica, se ha optado por uniones subregionales porque resulta muy complejo y difícil hacer proyectos de desarrollo en Latinoamérica por lo vasta que es y por la cantidad de países".
El secretario de la Comunidad Andina no ve en peligro a este organismo porque, a diferencia de la Unión Europea, nacida entre Estados tan dispares, en la CAN la "unidad es mayor, no existe diferencia de idioma o de tradiciones".
"Somos un solo pueblo latinoamericano. Ya lo decía Bolívar: somos una nación de repúblicas hermanas", concluye.(EFE)
