Los indígenas de Ecuador, que participaron en la caída de dos presidentes en la última década, flexibilizaron su posición este jueves y aceptaron dialogar con el mandatario Rafael Correa, tras protestas que dejaron al menos un muerto y 40 heridos.
"Se aceptó el llamado del gobierno a dialogar", dijo a la AFP Tito Puanchil, presidente de la Confederación de las Nacionalidades Indígenas de la Amazonia (Confeniae), tras una reunión de la dirigencia aborigen en la ciudad de Puyo (sureste, provincia de Pastaza).
Una asamblea de las tres principales agremiaciones indígenas tendrá lugar el viernes en Puyo para "consensuar la agenda" que sería discutida con Correa en torno al acceso al agua y la explotación minera y petrolífera en los territorios ancestrales, señaló el dirigente.
Puanchil planteó que el encuentro se realice en Puyo, aunque aclaró que sus compañeros están dispuestos a acudir al palacio presidencial en Quito, como planteó el presidente la noche del miércoles.
El jueves temprano, los indígenas desestimaron el llamado de Correa debido a los enfrentamientos del miércoles en que murió al menos un nativo y otras 40 personas -en su mayoría policías- resultaron heridas, según un balance oficial.
Los manifestantes reportaron a su vez dos nativos muertos y otros nueve heridos.
"Si hay un muerto no hay diálogo", había dicho Lourdes Tibán, miembro de la Asamblea Legislativa por Pachakutik (brazo político de los aborígenes), advirtiendo que Correa está propiciando una "guerra civil".
"Si hay un muerto no hay diálogo y solamente habrá revolución de los pueblos indígenas", alertó entretanto Humberto Cholango, presidente de la Ecuarunari, que agrupa a los nativos de la sierra andina.
Correa negó el jueves que la Policía hubiera asesinado al indígena, como aseguran los manifestantes, e insistió en dialogar.
El mandatario dijo que la Policía acudió desarmada a despejar un puente que había sido tomado por nativos en Macas, capital de la provincia de Morona Santiago (sureste).
"Esta víctima es una víctima de la violencia", dijo Correa y denunció que una radio comunitaria incitó a los indígenas a protestar con "lanzas envenenadas y botellas".
Los nativos amazónicos se movilizaron en Macas en el marco de un "levantamiento" de la Conaie el pasado lunes en "defensa de los recursos naturales".
La organización aborigen, que bloqueó parcialmente algunas carreteras, suspendió la protesta por unas horas para dialogar con el gobierno, lo cual se dificultó ante la persistencia de las manifestaciones de los amazónicos alegando falta de garantías para una conversación con Correa.
El lunes, en pleno "levantamiento" de la Conaie, Correa minimizó la protesta y la calificó de "completo fracaso".
Los indígenas rechazan un proyecto de ley por considerar que privatiza el agua al quedar bajo control de los sectores eléctrico y minero, lo que el gobierno niega.
También se oponen a los planes oficiales para la explotación de la minería a gran escala y el petróleo en sus territorios.
La Conaie participó en los derrocamientos de los mandatarios Abdalá Bucaram (febrero de 1997) y Jamil Mahuad (enero de 2000) durante la década en que Ecuador fue el país más inestable de la región.
Las organizaciones calculan que un 30% de la población ecuatoriana (de 14,1 millones) es indígena.
"Se aceptó el llamado del gobierno a dialogar", dijo a la AFP Tito Puanchil, presidente de la Confederación de las Nacionalidades Indígenas de la Amazonia (Confeniae), tras una reunión de la dirigencia aborigen en la ciudad de Puyo (sureste, provincia de Pastaza).
Una asamblea de las tres principales agremiaciones indígenas tendrá lugar el viernes en Puyo para "consensuar la agenda" que sería discutida con Correa en torno al acceso al agua y la explotación minera y petrolífera en los territorios ancestrales, señaló el dirigente.
Puanchil planteó que el encuentro se realice en Puyo, aunque aclaró que sus compañeros están dispuestos a acudir al palacio presidencial en Quito, como planteó el presidente la noche del miércoles.
El jueves temprano, los indígenas desestimaron el llamado de Correa debido a los enfrentamientos del miércoles en que murió al menos un nativo y otras 40 personas -en su mayoría policías- resultaron heridas, según un balance oficial.
Los manifestantes reportaron a su vez dos nativos muertos y otros nueve heridos.
"Si hay un muerto no hay diálogo", había dicho Lourdes Tibán, miembro de la Asamblea Legislativa por Pachakutik (brazo político de los aborígenes), advirtiendo que Correa está propiciando una "guerra civil".
"Si hay un muerto no hay diálogo y solamente habrá revolución de los pueblos indígenas", alertó entretanto Humberto Cholango, presidente de la Ecuarunari, que agrupa a los nativos de la sierra andina.
Correa negó el jueves que la Policía hubiera asesinado al indígena, como aseguran los manifestantes, e insistió en dialogar.
El mandatario dijo que la Policía acudió desarmada a despejar un puente que había sido tomado por nativos en Macas, capital de la provincia de Morona Santiago (sureste).
"Esta víctima es una víctima de la violencia", dijo Correa y denunció que una radio comunitaria incitó a los indígenas a protestar con "lanzas envenenadas y botellas".
Los nativos amazónicos se movilizaron en Macas en el marco de un "levantamiento" de la Conaie el pasado lunes en "defensa de los recursos naturales".
La organización aborigen, que bloqueó parcialmente algunas carreteras, suspendió la protesta por unas horas para dialogar con el gobierno, lo cual se dificultó ante la persistencia de las manifestaciones de los amazónicos alegando falta de garantías para una conversación con Correa.
El lunes, en pleno "levantamiento" de la Conaie, Correa minimizó la protesta y la calificó de "completo fracaso".
Los indígenas rechazan un proyecto de ley por considerar que privatiza el agua al quedar bajo control de los sectores eléctrico y minero, lo que el gobierno niega.
También se oponen a los planes oficiales para la explotación de la minería a gran escala y el petróleo en sus territorios.
La Conaie participó en los derrocamientos de los mandatarios Abdalá Bucaram (febrero de 1997) y Jamil Mahuad (enero de 2000) durante la década en que Ecuador fue el país más inestable de la región.
Las organizaciones calculan que un 30% de la población ecuatoriana (de 14,1 millones) es indígena.