Según el INEC,en septiembre de 2008 los ocupados plenos llegaban a 1 869 651 personas. Es decir, el 41,1% de la Población Económicamente Activa (PEA). Sin embargo, a septiembre de 2009, el grupo se redujo a 1 651 252 personas. Es decir, la categoría cayó 11,7%, en un año.
Estos sujetos no pasan directamente a la categoría de desocupación sino que se distribuyen entre subempleados y desempleados, según el caso (ver glosario).
Dentro de esta clasificación se encuentra Néstor Peñafiel, quien trabajaba en el servicio de hospitalización y ambulancias de una casa de salud en Quito. Hace tres meses perdió su empleo cuando su contrato venció. Para subsistir, se dedica al comercio informal de juguetes en parques y plazas.
Con su salida, Peñafiel dejó de aportar al IESS y perdió los beneficios de ley que tenía en su último empleo. Aunque varios de sus familiares han optado por emigrar a España y a EE.UU., aún confía en sacar adelante al país con su fuerza laboral.
El fin de semana, decenas de personas concurrieron a la plaza de Santo Domingo, donde el Centro de Servicios para el empleo y la Microempresa (Cemi) levantó una carpa para brindar capacitación sobre las estrategias básicas en la búsqueda de trabajo.
Fanny Pinto es otro ejemplo de la crítica situación. Durante un año trabajó para una proveedora de servicios de limpieza. Sin embargo, en agosto pasado tuvo que dejar su puesto, pues le adelantaron su horario de ingreso y temía sufrir un asalto al tener que tomar el bus en La Marín a las 05:30.
En dos meses no ha logrado establecerse en otro empleo y le preocupa que por ser mayor de 45 años no la quieran contratar. Ahora, para ayudar a su esposo en la manutención de un hogar con tres hijos, se dedica a lavar ropa a domicilio. Cuenta que ha recibido ofertas en condiciones precarias. “Éramos 20 aspirantes
a un puesto de limpieza y nos di-jeron que por seis horas diarias de trabajo nos pagarían USD 100 al mes, sin pasajes ni otras prestaciones”.
Eduardo Vélez, gerente de la bolsa de trabajo virtual Porfinempleo.com, corrobora que las empresas han disminuido sus ofertas laborales en el último año.
El sitio inscribe mensualmente un promedio de 7 000 hojas de vidas de aspirantes, frente a cerca de 250 puestos de trabajo que las empresas requieren.
En este contexto, las compañías que necesitan de mano de obra, se han tornado aún más exigentes en la selección de personal, debido a la rigidez laboral. Señala que el ambiente se presta para que los aspirantes disminuyan sus expectativas salariales y para que los ofertantes se hagan de buenos talentos a bajos costos. 20 594 personas más quedaron desempleadas en los últimos tres meses, de acuerdo con datos del INEC. Foto:AFP
Estos sujetos no pasan directamente a la categoría de desocupación sino que se distribuyen entre subempleados y desempleados, según el caso (ver glosario).
Dentro de esta clasificación se encuentra Néstor Peñafiel, quien trabajaba en el servicio de hospitalización y ambulancias de una casa de salud en Quito. Hace tres meses perdió su empleo cuando su contrato venció. Para subsistir, se dedica al comercio informal de juguetes en parques y plazas.
Con su salida, Peñafiel dejó de aportar al IESS y perdió los beneficios de ley que tenía en su último empleo. Aunque varios de sus familiares han optado por emigrar a España y a EE.UU., aún confía en sacar adelante al país con su fuerza laboral.
El fin de semana, decenas de personas concurrieron a la plaza de Santo Domingo, donde el Centro de Servicios para el empleo y la Microempresa (Cemi) levantó una carpa para brindar capacitación sobre las estrategias básicas en la búsqueda de trabajo.
Fanny Pinto es otro ejemplo de la crítica situación. Durante un año trabajó para una proveedora de servicios de limpieza. Sin embargo, en agosto pasado tuvo que dejar su puesto, pues le adelantaron su horario de ingreso y temía sufrir un asalto al tener que tomar el bus en La Marín a las 05:30.
En dos meses no ha logrado establecerse en otro empleo y le preocupa que por ser mayor de 45 años no la quieran contratar. Ahora, para ayudar a su esposo en la manutención de un hogar con tres hijos, se dedica a lavar ropa a domicilio. Cuenta que ha recibido ofertas en condiciones precarias. “Éramos 20 aspirantes
a un puesto de limpieza y nos di-jeron que por seis horas diarias de trabajo nos pagarían USD 100 al mes, sin pasajes ni otras prestaciones”.
Eduardo Vélez, gerente de la bolsa de trabajo virtual Porfinempleo.com, corrobora que las empresas han disminuido sus ofertas laborales en el último año.
El sitio inscribe mensualmente un promedio de 7 000 hojas de vidas de aspirantes, frente a cerca de 250 puestos de trabajo que las empresas requieren.
En este contexto, las compañías que necesitan de mano de obra, se han tornado aún más exigentes en la selección de personal, debido a la rigidez laboral. Señala que el ambiente se presta para que los aspirantes disminuyan sus expectativas salariales y para que los ofertantes se hagan de buenos talentos a bajos costos. 20 594 personas más quedaron desempleadas en los últimos tres meses, de acuerdo con datos del INEC. Foto:AFP