martes, 30 de agosto de 2011

‘Colchón de liquidez’ no sería suficiente, dicen exministros

Al 26 de agosto pasado, la cuenta del Tesoro Nacional llegaba a $ 1.220 millones. Dentro de esta, una subcuenta denominada Depósitos de Otras Entidades del Gobierno Central ascendía a $ 510 millones.

Este sería el denominado “colchón de liquidez” al que se refirió el presidente Rafael Correa, el sábado pasado, al indicar que el país sí se está preparando para un eventual golpe de la crisis financiera internacional por efecto de la caída del precio del petróleo.

En su enlace, Correa habló también de la necesidad de otras estrategias frente a la crisis, como la priorización de los proyectos de inversión y hasta conseguir líneas contingentes de crédito con China.

Para la exministra de Finanzas de este Gobierno, Wilma Salgado, hay cierto riesgo de una reducción del precio del petróleo, tanto por la caída de la demanda y la mayor oferta que podría hacerse desde Libia.

En este contexto, ese dinero sería insuficiente: antes que un colchón es apenas una “almohada” de liquidez que no podrá compensar el precio del petróleo, explicó Salgado.

Según la exfuncionaria, el Ecuador no tiene una estrategia de financiamiento, lo cual incluso pone en duda las previsiones de crecimiento.

El mayor problema es que el Gobierno se ha dejado llevar por los vaivenes del mercado internacional: “cuando está alto el precio del petróleo nos volvemos locos, iniciamos obras, pero no pensamos en la sostenibilidad del gasto”.

Para el exministro de Finanzas, Mauricio Pozo, es un error del Gobierno sostener que el dinero de la cuenta del Tesoro puede ser un colchón de liquidez, pues en ella existen recursos que ya están presupuestados y que se deben transferir.

“No se trata de recursos excedentarios, el concepto de ahorro que existía en otros gobiernos era el tener un fondo de ahorro adicional a la cuenta del Tesoro. Estos $ 600 millones o $ 1.200 millones no son un respaldo”, comentó.

Para Salgado, la caída del petróleo generará la paralización de la obra pública, disminuyendo así el empleo.

Pozo explicó que, para construir obras, el régimen pudo recurrir a las concesiones y no gastar el ahorro.