martes, 21 de junio de 2011

Policía pakistaní impidió que niña de 9 años cometa atentado suicida

TIMERGARAH, Pakistán.- Sohana Jawed, niña pakistaní de nueve años fue secuestrada y luego enviada por terroristas radicales islámicos con un chaleco de explosivos para cometer un atentado suicida.

La policía paquistaní anunció la detención de una niña de nueve años que portaba un chaleco con explosivos, que debía cometer un atentado suicida en un retén policial en un distrito del noroeste, marcado por la rebelión islamista.

Según fuentes citadas por varios medios paquistaníes, la niña aseguró al ser interrogada, que había sido secuestrada días atrás en la ciudad de Peshawar (noroeste).

La menor dijo que los secuestradores le inyectaron sedantes antes de llevarla a la localidad de Balambat, donde finalmente fue detenida.

Ninguna fuente independiente pudo confirmar las intenciones de la niña. Si las afirmaciones de la policía se confirman, sería la primera vez en Pakistán que una niña es utilizada por los rebeldes islamistas para atentar contra las fuerzas de seguridad.

La menor fue detenida a unos cincuenta metros de un retén policial en Taimargara, principal ciudad del distrito de Bas Dir.

De acuerdo con esta versión, los secuestradores -identificados como insurgentes por las autoridades- soltaron a la niña en las inmediaciones del control policial pero se dieron a la fuga tras apercibirse de que los agentes sospechaban de la menor.

La niña apareció ante las cámaras de la televisión nacional, vestida con su uniforme escolar azul y blanco.

"Me dijeron que presionara el botón cuando estuviera cerca de los policías", declaró refiriéndose a sus captores en una rueda de prensa.

En una rueda de prensa, la pequeña precisó que fue raptada por dos mujeres y un hombre.

Esta no es la primera vez que se tiene constancia del uso de menores, incluso de corta edad, para perpetrar acciones suicidas en Pakistán.

Uno de los casos más recientes fue el atentado ocurrido el pasado febrero en un centro de reclutamiento militar de la localidad noroccidental de Mardan, donde murieron 31 cadetes.

En aquella ocasión, un menor, cuya edad se calculó cercana a los 13 años, aprovechó su uniforme escolar para burlar los controles