La Escuela Politécnica del Litoral (Espol), con el apoyo del Banco Mundial y la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología (Senescyt), prueba un nuevo abono orgánico para el cultivo de arroz.
Se trata de la azolla, un diminuto helecho flotante de pequeñas hojas y raíces simples que cuelga dentro del agua. En las cavidades de sus hojas alberga una bacteria microscópica llamada anabaena que fija el nitrógeno del aire.
La Azolla Anabaena (AA) tiene un elevado potencial como abono verde para el cultivo de arroz en zonas tropicales y en un sinnúmero de aplicaciones en los sectores agrícola, pecuario y acuícola.
Durante cientos de años ha sido utilizada por agricultores de China y Vietnam en sus arrozales, y hace 10 se convirtió en una idea fija en la mente de Mariano Montaño, investigador y profesor del Instituto de Ciencias Químicas y Ambientales de la Espol, para ponerla en marcha en el país.
Montaño inició su trabajo en la provincia del Guayas en las zonas El Arrozal, El Boquerón, Las Maravillas, El Mate, San Gabriel, El Porvenir y Playas.
Allí los agricultores cuentan con sus propios azolarios (pequeñas piscinas) donde colocan el helecho para su crecimiento y luego lo conducen a un arrozal para que cumpla la función de fertilizante.
Hace 15 días, representantes de la Senescyt y del Banco Mundial visitaron esos lugares para evaluar el avance del proyecto de investigación.
Los ensayos efectuados demostraron que utilizando urea se produjeron 4,5 toneladas de arroz por hectárea, mientras que con azolla llegaron a producir hasta 7,2 toneladas.
Asimismo revelaron que la azolla no solo sustituye completamente a la urea en el cultivo de arroz, sino que incrementa su producción.
Entender aplicaciones
El proyecto de la Espol busca extender las aplicaciones de este recurso para solucionar los problemas de falta de competitividad e impactos ambientales negativos, generados por el elevado uso de fertilizantes y agroquímicos en la producción de la gramínea.
Otro objetivo es abrir alternativas tecnológicas y oportunidades de mercado para el uso de la azolla como insumo orgánico en diferentes cultivos y en la alimentación de animales de engorde.
La idea de Montaño es difundir el uso de la AA capacitando a miles de campesinos para que aprendan a cosecharla en sus arrozales y luego la comercialicen.
Los agricultores pueden obtenerla y reproducirla en su propio medio, ya que el helecho es fácil de cultivar en piscinas poco profundas.
Crece muy rápido y en 15 días ya se puede contar con suficiente producto para fertilizar una hectárea de arroz. "Lo único que necesitan es contar con agua y algo de materia orgánica como estiércol de ganado", indica el científico.
Según el técnico, el costo de un azolario para una hectárea es de aproximadamente $ 500. Este valor incluye la semilla, preparación del terreno, infraestructura y mantenimiento.
La inversión puede recuperarse en las primeras cosechas, porque el ahorro es de $ 150 por hectárea que sería el costo de utilización de urea.
"Es el inicio de un cultivo para obtener arroz orgánico y también del desarrollo de un nuevo fertilizante para Ecuador, pues con este helecho el agricultor está economizando el costo de la urea", recalca.
Montaño señala que la inversión anual de fertilizantes químicos alcanza 70 millones de dólares en arroz y 313 millones en todo el sistema agrícola nacional. "El empleo de los excedentes de azolla de los arrozales en lugar de urea permite ahorrar estos valores, constituyendo así una halagadora alternativa económica".
El investigador afirma que el producto se puede sembrar directamente en el arrozal y cuando la gramínea está macollando (antes de 40 días de sembrado) se la puede sacar para dejarla secar y colocarla en otros cultivos.
El helecho vive y se desarrolla horizontalmente entre los arrozales, mientras que el arroz crece verticalmente.
La Senescyt promueve ampliar la aplicación de esta técnica para que algún día abarque la superficie y actividad arrocera nacional, representada por 350.000 hectáreas de cultivos y alrededor de 140.000 familias.
El Banco Mundial, luego de la visita realizada por sus expertos a los cultivos de la provincia de Guayas, analiza la posibilidad de seguir brindando la ayuda necesaria para que el proyecto universitario cumpla los objetivos previstos.
Se trata de la azolla, un diminuto helecho flotante de pequeñas hojas y raíces simples que cuelga dentro del agua. En las cavidades de sus hojas alberga una bacteria microscópica llamada anabaena que fija el nitrógeno del aire.
La Azolla Anabaena (AA) tiene un elevado potencial como abono verde para el cultivo de arroz en zonas tropicales y en un sinnúmero de aplicaciones en los sectores agrícola, pecuario y acuícola.
Durante cientos de años ha sido utilizada por agricultores de China y Vietnam en sus arrozales, y hace 10 se convirtió en una idea fija en la mente de Mariano Montaño, investigador y profesor del Instituto de Ciencias Químicas y Ambientales de la Espol, para ponerla en marcha en el país.
Montaño inició su trabajo en la provincia del Guayas en las zonas El Arrozal, El Boquerón, Las Maravillas, El Mate, San Gabriel, El Porvenir y Playas.
Allí los agricultores cuentan con sus propios azolarios (pequeñas piscinas) donde colocan el helecho para su crecimiento y luego lo conducen a un arrozal para que cumpla la función de fertilizante.
Hace 15 días, representantes de la Senescyt y del Banco Mundial visitaron esos lugares para evaluar el avance del proyecto de investigación.
Los ensayos efectuados demostraron que utilizando urea se produjeron 4,5 toneladas de arroz por hectárea, mientras que con azolla llegaron a producir hasta 7,2 toneladas.
Asimismo revelaron que la azolla no solo sustituye completamente a la urea en el cultivo de arroz, sino que incrementa su producción.
Entender aplicaciones
El proyecto de la Espol busca extender las aplicaciones de este recurso para solucionar los problemas de falta de competitividad e impactos ambientales negativos, generados por el elevado uso de fertilizantes y agroquímicos en la producción de la gramínea.
Otro objetivo es abrir alternativas tecnológicas y oportunidades de mercado para el uso de la azolla como insumo orgánico en diferentes cultivos y en la alimentación de animales de engorde.
La idea de Montaño es difundir el uso de la AA capacitando a miles de campesinos para que aprendan a cosecharla en sus arrozales y luego la comercialicen.
Los agricultores pueden obtenerla y reproducirla en su propio medio, ya que el helecho es fácil de cultivar en piscinas poco profundas.
Crece muy rápido y en 15 días ya se puede contar con suficiente producto para fertilizar una hectárea de arroz. "Lo único que necesitan es contar con agua y algo de materia orgánica como estiércol de ganado", indica el científico.
Según el técnico, el costo de un azolario para una hectárea es de aproximadamente $ 500. Este valor incluye la semilla, preparación del terreno, infraestructura y mantenimiento.
La inversión puede recuperarse en las primeras cosechas, porque el ahorro es de $ 150 por hectárea que sería el costo de utilización de urea.
"Es el inicio de un cultivo para obtener arroz orgánico y también del desarrollo de un nuevo fertilizante para Ecuador, pues con este helecho el agricultor está economizando el costo de la urea", recalca.
Montaño señala que la inversión anual de fertilizantes químicos alcanza 70 millones de dólares en arroz y 313 millones en todo el sistema agrícola nacional. "El empleo de los excedentes de azolla de los arrozales en lugar de urea permite ahorrar estos valores, constituyendo así una halagadora alternativa económica".
El investigador afirma que el producto se puede sembrar directamente en el arrozal y cuando la gramínea está macollando (antes de 40 días de sembrado) se la puede sacar para dejarla secar y colocarla en otros cultivos.
El helecho vive y se desarrolla horizontalmente entre los arrozales, mientras que el arroz crece verticalmente.
La Senescyt promueve ampliar la aplicación de esta técnica para que algún día abarque la superficie y actividad arrocera nacional, representada por 350.000 hectáreas de cultivos y alrededor de 140.000 familias.
El Banco Mundial, luego de la visita realizada por sus expertos a los cultivos de la provincia de Guayas, analiza la posibilidad de seguir brindando la ayuda necesaria para que el proyecto universitario cumpla los objetivos previstos.