jueves, 18 de octubre de 2007

Los partidos

Tras el rotundo triunfo electoral de Rafael Correa que endosó su gran popularidad a las listas oficiales de País, el Ecuador vive un proceso de reacomodo de sus fuerzas políticas.El punto de inflexión -para muchos de ruptura – que marcará el contenido de la próxima Constitución, será, dicen, similar a aquel que causó la revolución liberal y sus dos Constituciones- 1897 y 1906 – o solamente comparable al vigor de aquellas cartas que, como las llamadas ‘Carta de la esclavitud’ o la ‘Carta negra’ impulsadas por los presidentes Juan José Flores o García Moreno, fueron trajes a la medida de los caudillos.El mapa partidista, dominado en el siglo XIX básicamente por los partidos Conservador de la República y Liberal, sufrió un nuevo esbozo con las corrientes provenientes de los cambios que se experimentaban en el planeta a raíz de la revolución bolchevique con el partido Socialista.La irrupción de la colosal figura del presidente Velasco Ibarra dio pie a distintas interpretaciones de su representación política. Unos lo consideraban como una versión oxigenada de un líder conservador, otros privilegiaban su pensamiento liberal, hubo quienes lo encasillaron en el populismo y Pablo Cuvi lo llamó “El último caudillo de la oligarquía”.Que duda cabe que la deriva populista tuvo, desde la irrupción del falangista Guevara Moreno, en CFP un nítido exponente cuyo partido heredó (se apropió dicen otros), “El patán de noble corazón”, don Assad Bucaram, que no llegó a ocupar el solio presidencial por los retorcidos vericuetos de la historia y por designio de la dictadura, pero alumbró la mítica figura de un demócrata joven, Jaime Roldós. Años más tarde el populismo y sus formas clientelares tan presentes en la historia nacional, tuvo otro exponente que alcanzó la Presidencia para derrumbarse de ella sin redención: Abdalá Bucaram, con quien se inauguró una cascada sin fin de descrédito institucional que trajo consigo tres caías presidenciales, dos Cortes Supremas decapitadas y hasta un Congreso destruido, precipitando a tierra al modelo democrático.El viejo poder se venía abajo. Las taras y vicios de la política clientelar, de las prácticas caudillistas, del amiguismo y el interés particular sobrepuesto al bien común terminaron cargándose un sistema minado desde la base que lamentablemente no refleja el “deber ser” de la democracia. La institucionalidad de la Justicia, el Parlamento y los partidos van camino del infierno.En esa dinámica van cayendo acaso para desaparecer partidos que tanto significaron en los últimos años como el Social Cristiano, Izquierda Democrática, Democracia Cristiana y los vestigios del Socialismo-Frente Amplio. Murieron el CFP y su engendro el PRE, y están tocados varios movimientos que incluso tuvieron razón de ser como Pachakutik y su indiscutida representación.Queda en el horizonte el movimiento de Gobierno, País, acumulando poder y reventando lo poco que queda de institucionalidad de la mano de los millones de votos obtenidos. Y otras dos tiendas clientelares: PSP y Prian.