domingo, 24 de julio de 2011

Ya no hay niños en los basurales del país

Bajo un sol canicular el viento de verano no deja de levantar nubes de polvo en una cancha del barrio Puertas del Norte, cerca de la entrada al sector de la Bota, en el norte de Quito. Es la tarde del último martes y numerosos adolescentes juegan un partido de fútbol para aprovechar su tiempo libre.

Esta imagen de entretenimiento contrasta con lo que hasta hace un par de años, en el mismo lugar, fueran durante 12 años diarias jornadas de explotación laboral de decenas de niños y adolescentes obligados a reciclar plásticos, cartones, maderas de entre descargas de escombros de construcción y otros desechos.

El vecino de este sector Manuel Benigno Quito Quezada (60) recuerda que “esto era una gran quebrada que se fue rellenando poco a poco. Yo era reciclador, era un trabajo durísimo. Venían niños de seis y ocho añitos”, dice.

Quito Quezada reconoce que al principio fueron difíciles los diálogos con inspectores y funcionarios que los visitaban e intentaban convencerles de que enviasen a sus hijos a escuelas.

La líder de estos padres de familia, 78 en total, María Laura Guanoluisa, comentó que “en la mañana mis hijos iban a estudiar y en la tarde venían a trabajar, pero otros niños no iban a la escuela y trabajaban todo el día con sus mamás. Primero vinieron de unas fundaciones a conversar con nosotros y hacernos unas encuestas”.

A pocos metros de esta cancha, construida sobre los mencionados escombros, se encuentra una casa barrial a donde acuden todas las tardes de martes a jueves cerca de 136 menores de edad rescatados de la escombrera.

La tarde de este miércoles, por ejemplo, en medio de un incesante bullicio, la educadora responsable organizaba varias series de juegos de mímica y teatro.

Entre este grupo se encontraba Paúl (11), quien viene regularmente a este sitio mientras su padre trabaja en un taxi y su madre recicla en La Morita (Tumbaco). Se trata de uno de los 236 niños que fueran rescatados en toda la provincia de Pichincha.

En este mismo grupo se encuentra Johnatan, quien ahora tiene 22 años y actualmente cursa estudios universitarios en Ingeniería Mecánica. Luego de años de haber dejado esta actividad él ha decidido retribuir el apoyo recibido y ahora cada sábado colabora en calidad de voluntario en la organización de actividades recreativas o asistencia de deberes escolares con otros niños hijos de recicladores.

Al mirar las expresiones de alegría de los niños en medio de juegos, los padres de familia no pueden evitar suspiros de alivio. Una madre comentó que es preferible por el bienestar psicológico de los menores que su capítulo de presencia en los basurales quede en el olvido.

“Los niños eran desde los más pequeños hasta jóvenes grandes, a veces con niños de tres o cuatro meses cargados en la espalda. Nos ayudaban a trabajar, recogían cartón, papel, lo que avanzaban”, testimonió una señora.

Madres de familia recuerdan que muchos niños que dejaron los basurales tuvieron problemas de adaptación a las tareas escolares. “Fue muy duro, los niños ya estaban acostumbrados a trabajar con nosotros. A ellos les golpeaba más que a nosotros, porque salían de la escuela, se cambiaban de ropa y venían directamente a trabajar con nosotros”.

De acuerdo con el MIES-Innfa para “no bajar la guardia” y evitar que los niños vuelvan a los basurales, 33 inspectores realizan visitas mensuales a los dos mil 166 niños rescatados para evaluar las situaciones económicas y sociales de su familia.

En los testimonios brindados a estos inspectores, una madre de familia, por ejemplo, indicó que “les costó a los niños volver a tomar los libros porque se quedaban solos en la casa para hacer las tareas”.

Organizadas en 33 redes, los recicladores que antes de este proceso cumplían su trabajo informalmente hoy tienen reconocimiento legal e incluso concesiones o contratos con gobiernos locales.

En el caso de Quito las asociaciones San Miguel y Carretas, por ejemplo, reciclan materiales en el sector de La Morita, en Tumbaco.

Quito, Guayaquil, Cuenca y Loja son considerados como “ejemplos” de manejo de basura. El contraste es un 2% estimado de basura que se arrojaría directamente a ríos.

Vulnera el ejercicio de derechos humanos, reproduce la pobreza y desigualdades sociales, impide el acceso a la escuela... Se trata del trabajo de niños en botaderos de basura. Pese al sentido de urgencia que amerita este tema, al Ecuador le tomó nueve años rescatar a dos mil 160 niños de 78 de estos lugares administrados por municipios y las actuales autoridades indican que se ha erradicado al 100% este problema.

El primero de una serie de obstáculos que enfrentó un proceso de rescate en este quinquenio fue de carácter cultural. Así lo señalan sus responsables al precisar la negativa de cientos de padres a que sus hijos dejen los basurales, donde obtienen una parte del sustento económico para toda la familia.

Otro de los obstáculos fue la espera de cinco años para realizar las primeras inspecciones ‘in situ’ de estos lugares, luego de que en el 2002 el gobierno de turno anunciara el inicio de este programa.

En este tiempo miles de niños estuvieron expuestos a múltiples riesgos por el contacto con materiales peligrosos, incluso desechos hospitalarios. Datos oficiales dan cuenta de más de mil infecciones y tres niños fallecidos tras ser atropellados por camiones recolectores.

Antes, que el Estado ecuatoriano intervenga como tal, con múltiples ministerios e  instituciones públicas especializadas en la materia, fue necesario que entre el 2002 y 2007 Naciones Unidas, una ONG internacional y el exInnfa privado realicen un proyecto ‘piloto’ en los basurales de siete municipios, donde se rescató un total de 725 niños. Un año después esta intervención privada fue declarada como ‘política pública’ y la iniciativa se amplió a otros 71 basurales.

Uno de los técnicos que participó en este proceso recuerda que en medio de aglomeraciones que empezaban antes de las cuatro de la madrugada, se esperaba en el basural de Santo Domingo las descargas de víceras de una planta avicultora. Él testimonió que “había y hay una cultura de consumo de alimentos, se servían jugos de naranjas recién eliminadas a la basura o hacían sopa de gallinazo”.

Según datos oficiales del Ministerio de Relaciones Laborales, en la actualidad únicamente en dos de los 221 Municipios se han vuelto a presentar problemas con la presencia de niños en basurales. Se trata de Portoviejo y Quevedo, a cuyos alcaldes se les ha impuesto sendas multas de 30 mil dólares y planes correctivos por parte del Ministerio del Ambiente. Sobre los Municipios de Valencia y Urdaneta (Los Ríos) también pesan notificaciones urgentes de enfrentar estos problemas.

Es muy importante y necesaria la iniciativa de erradicar el trabajo en basurales, que para todo el país representan las situaciones más dramáticas del denominado trabajo infantil.

Sin embargo, cada vez se mira en otros lugares de gran visibilidad como son buses, calles principales y otros sitios públicos, a niños vendiendo diversos productos o haciendo malabares.

Es importante tomar básicamente criterios técnicos mínimos de gestión social en esta materia como son programas integrales y a largo plazo y sobre todo mejoramiento de las condiciones  laborales de las mujeres.

En mercados, construcciones, florícolas y otras 11 áreas aún no se ha logrado erradicar el trabajo de niños, sostuvo la gerente del programa de Erradicación de trabajo infantil del Ministerio de Relaciones Laborales, Cecilia Vaca. Aún no hay cronogramas específicos para cumplir este objetivo, que en gran medida depende de acuerdos y compromisos que asuman autoridades locales sostuvo la funcionaria.

Por ahora, el Instituto Nacional del Niño y la Familia (Innfa) asegura haber identificado a 60 mil padres de familia a los que se intenta sensibilizar para que envíen a sus hijos menores de edad a escuelas en lugar de trabajar.

Sobre este tema el representante del Consejo Nacional de la Niñez y Adolescencia (CNNA), Pedro Galindo, aseveró que para “casos extremos” se ha previsto entrega a parte es de familia de contribuciones económicas e incluso de viviendas.

El objetivo inmediato, según explicó Patricia Sarsoza, directora general del MIES-Innfa, es el de “cercar” mercados, camales, construcción, plantaciones florícolas.

Artículos 33, 44, 45 y 47 de la Constitución Política del país determinan medidas de protección a los niños, niñas y adolescentes.

El artículo 46 señala: “El Estado adoptará medidas que aseguren a los adolescentes, protección especial contra cualquier tipo de explotación laboral o económica. Se prohíbe el trabajo de menores de 15 años y se implementarán políticas de erradicación progresiva del Trabajo Infantil.

Plan Nacional para el Buen Vivir 2009-2013 se propone alcanzar el 98% de matriculación en educación básica hasta el 2013, 66,5% de bachillerato y erradicar la mendicidad infantil hasta el 2013.


El diagnóstico oficial del Innfa presenta los siguientes datos sobre la situación de niños cuyas familias trabajan en basurales.

El mayor número de niños que trabajan en botaderos tiene entre 5 y 12 años de edad.

El 60% están bajo el control de parientes.

Niños viven en familias que en promedio tienen 5 miembros que viven cerca de los botaderos.

El ingreso semanal que aportan los niños por su trabajo en basurales es de 6 dólares con 87 centavos.

El 40% de niños en botaderos no estudia.

El 60% de niños tiene retraso escolar de más de un año.

El 70% de adolescentes tiene retraso colegial de 3 años.


Intervenciones de gestión municipal

En 62 de 78 basurales sus municipios mejoraron medidas de control.

51 pusieron un guardia.

34 cerramiento o puerta de ingreso.

64 instalaron por lo menos un rótulo.

En 136 municipios que no tienen niños y niñas en sus botaderos se firmaron “cartas compromiso” para erradicar todo tipo de trabajo infantil.

Niños rescatados a nivel nacional

Tungurahua 32
Cotopaxi 90
Chimborazo 223
Bolívar 2
Cañar 22
Azuay 9
Sucumbíos 17
Napo 7
Pastaza 18
Morona Santiago 24
Pichincha 238
Imbabura 5
Carchi 2
Santo Domingo 131
El Oro 103
Los Ríos 273
Santa Elena 1
Guayas 968
Manabí 385
Esmeraldas 130