El diario peruano Correo, cuya credibilidad no es su mejor carta de presentación en los medios de ese país, pintó ayer su portada de negro con el título “Repudio” y en la parte baja calificó al Presidente de Ecuador de “aprendiz de dictador”.
Lo hizo precisamente el día que se posesionó un nuevo mandatario en el Perú. Y esa noticia la colocó abajo, subestimando el interés público sobre un acontecimiento histórico, como es para cualquier país la asunción de un nuevo presidente de la República.
La historia de ese diario está marcada por la “Era Fujimori”, donde por arte de magia aparecían en los quioscos de las esquinas de Lima nuevos periódicos, aparentemente independientes, pero con una clara consigna: distraer la atención de los verdaderos problemas del Perú, teñir de sangre sus páginas y destacar nalgas y senos en las portadas, a cambio de buena publicidad oficial y de ciertas empresas privadas.
En esa “Era Fujimori”, además, los asuntos “presidenciales” eran tratados sin una pizca de investigación. Hay decenas de periodistas e investigaciones que prueban cómo mancharon al periodismo del Perú con ese tipo de prensa.
Ventajosamente, esa “era” mediática fue desmantelada por la realidad y por los casos judiciales que terminaron en sentencias condenatorias para quienes financiaron ese tipo de periodismo y prensa, con grandes bultos de dinero y publicidad oficial. Sin embargo, algunos de esos medios se “reconvirtieron” en periódicos supuestamente independientes, pero claramente defensores del fujimorato, y constituyeron un fuerte asiento y trinchera para oponerse al triunfo electoral de Ollanta Humala, actual presidente constitucional de la República del Perú.
Correo, el periódico que ahora declara “persona non grata” al presidente ecuatoriano Rafael Correa, es precisamente el que da clases de moral sobre lo que debe hacer la prensa en el Ecuador, y es el mismo que califica de aprendiz de dictador a Correa en su portada; además de incluir editoriales injuriosos y poco informados sobre la realidad del Ecuador en el tema de medios de comunicación.
¿Cómo se sentirán los directivos de El Universo al recibir la “solidaridad” de ese periódico peruano? ¿Publicarán hoy con orgullo la portada de ese diario a sabiendas de sus antecedentes y afectos con el fujimorismo?
Esta campaña de difamación “solidaria” refleja el espíritu de cuerpo de los rotativos empresariales de la región, muchos de los cuales forman parte de esa oscura historia latinoamericana de colaboración con las dictaduras militares, donde sus directivos y/o parientes eran beneficiados con embajadas, favores tributarios y publicitarios.
¿Se olvidan los diarios que ahora se solidarizan con Emilio Palacio que un periódico chileno recibió de la CIA dos millones de dólares para hacer oposición al gobierno de Salvador Allende y, además, que durante la dictadura de Pinochet publicaba los partes de los militares como noticias e investigaciones de su propio peculio?
Si Emilio Palacio hizo afirmaciones sin respaldo y por eso fue llevado a los tribunales, en el Perú hay alguien que se le parece y que funge de Dios y “sabelotodo”. Se llama Martín Santiváñez, quien, desde ya, demuestra lo que será su columna al predecir la gestión del nuevo mandatario Ollanta Humala:
“Los próximos cinco años observaremos cómo nuestro bien amado presidente apoya los besamanos que organiza el clan de la guayabera sucia de los Castro, enviando a los lacayos de Gana Perú, que se multiplican como gremlins, a recibir admoniciones comunistas. También, de cuando en cuando, el país contemplará los guiños de complicidad que Humala le hace a pequeños dictadores como Rafael Correa, astuta zarigüeya que finge defender su honor cuando en verdad da rienda suelta a sus espasmos autoritarios y al hambre incontenible de poder”.
Que en el Ecuador nos quejemos por la poca responsabilidad de quienes escriben como actores políticos, no es nada comparable con lo que es cierta prensa en el Perú. ¿Ciertos directivos de un diario ecuatoriano no asesoraron a los del Perú para hacer la llamada “prensa chicha” por el solo afán de enriquecerse e imponer un estilo de periodismo escandaloso, amarillista y hasta morboso?
La solidaridad y espíritu de cuerpo de algunos diarios del continente con El Universo solo prueba, una vez más, que esos medios de comunicación estuvieron por siempre cobijados y han sido acólitos de ciertos poderes económicos, que ahora se ven afectados por nuevos mandatarios y procesos sociales donde ellos ya no cuentan como la voz sagrada, y menos aún autorizada.
Lo lamentable será que las audiencias de esos diarios y medios en general no sepan objetivamente qué pasa en el Ecuador, de hoy en adelante, porque se alinearán con los postulados de la SIP y de quienes creen que su verdad es la única y la información queda a expensas de sus intereses particulares.
El diario Correo emula lo que acá otros hacen sin rubor: insultar, difamar, sentenciar e injuriar, esperando el aplauso de quienes perdieron credibilidad y legitimidad por la voluntad popular: los fujimoristas del Perú y de Ecuador, que solo piensan en la libertad de mercado y la camuflan con una supuesta libertad de prensa.
Lo hizo precisamente el día que se posesionó un nuevo mandatario en el Perú. Y esa noticia la colocó abajo, subestimando el interés público sobre un acontecimiento histórico, como es para cualquier país la asunción de un nuevo presidente de la República.
La historia de ese diario está marcada por la “Era Fujimori”, donde por arte de magia aparecían en los quioscos de las esquinas de Lima nuevos periódicos, aparentemente independientes, pero con una clara consigna: distraer la atención de los verdaderos problemas del Perú, teñir de sangre sus páginas y destacar nalgas y senos en las portadas, a cambio de buena publicidad oficial y de ciertas empresas privadas.
En esa “Era Fujimori”, además, los asuntos “presidenciales” eran tratados sin una pizca de investigación. Hay decenas de periodistas e investigaciones que prueban cómo mancharon al periodismo del Perú con ese tipo de prensa.
Ventajosamente, esa “era” mediática fue desmantelada por la realidad y por los casos judiciales que terminaron en sentencias condenatorias para quienes financiaron ese tipo de periodismo y prensa, con grandes bultos de dinero y publicidad oficial. Sin embargo, algunos de esos medios se “reconvirtieron” en periódicos supuestamente independientes, pero claramente defensores del fujimorato, y constituyeron un fuerte asiento y trinchera para oponerse al triunfo electoral de Ollanta Humala, actual presidente constitucional de la República del Perú.
Correo, el periódico que ahora declara “persona non grata” al presidente ecuatoriano Rafael Correa, es precisamente el que da clases de moral sobre lo que debe hacer la prensa en el Ecuador, y es el mismo que califica de aprendiz de dictador a Correa en su portada; además de incluir editoriales injuriosos y poco informados sobre la realidad del Ecuador en el tema de medios de comunicación.
¿Cómo se sentirán los directivos de El Universo al recibir la “solidaridad” de ese periódico peruano? ¿Publicarán hoy con orgullo la portada de ese diario a sabiendas de sus antecedentes y afectos con el fujimorismo?
Esta campaña de difamación “solidaria” refleja el espíritu de cuerpo de los rotativos empresariales de la región, muchos de los cuales forman parte de esa oscura historia latinoamericana de colaboración con las dictaduras militares, donde sus directivos y/o parientes eran beneficiados con embajadas, favores tributarios y publicitarios.
¿Se olvidan los diarios que ahora se solidarizan con Emilio Palacio que un periódico chileno recibió de la CIA dos millones de dólares para hacer oposición al gobierno de Salvador Allende y, además, que durante la dictadura de Pinochet publicaba los partes de los militares como noticias e investigaciones de su propio peculio?
Si Emilio Palacio hizo afirmaciones sin respaldo y por eso fue llevado a los tribunales, en el Perú hay alguien que se le parece y que funge de Dios y “sabelotodo”. Se llama Martín Santiváñez, quien, desde ya, demuestra lo que será su columna al predecir la gestión del nuevo mandatario Ollanta Humala:
“Los próximos cinco años observaremos cómo nuestro bien amado presidente apoya los besamanos que organiza el clan de la guayabera sucia de los Castro, enviando a los lacayos de Gana Perú, que se multiplican como gremlins, a recibir admoniciones comunistas. También, de cuando en cuando, el país contemplará los guiños de complicidad que Humala le hace a pequeños dictadores como Rafael Correa, astuta zarigüeya que finge defender su honor cuando en verdad da rienda suelta a sus espasmos autoritarios y al hambre incontenible de poder”.
Que en el Ecuador nos quejemos por la poca responsabilidad de quienes escriben como actores políticos, no es nada comparable con lo que es cierta prensa en el Perú. ¿Ciertos directivos de un diario ecuatoriano no asesoraron a los del Perú para hacer la llamada “prensa chicha” por el solo afán de enriquecerse e imponer un estilo de periodismo escandaloso, amarillista y hasta morboso?
La solidaridad y espíritu de cuerpo de algunos diarios del continente con El Universo solo prueba, una vez más, que esos medios de comunicación estuvieron por siempre cobijados y han sido acólitos de ciertos poderes económicos, que ahora se ven afectados por nuevos mandatarios y procesos sociales donde ellos ya no cuentan como la voz sagrada, y menos aún autorizada.
Lo lamentable será que las audiencias de esos diarios y medios en general no sepan objetivamente qué pasa en el Ecuador, de hoy en adelante, porque se alinearán con los postulados de la SIP y de quienes creen que su verdad es la única y la información queda a expensas de sus intereses particulares.
El diario Correo emula lo que acá otros hacen sin rubor: insultar, difamar, sentenciar e injuriar, esperando el aplauso de quienes perdieron credibilidad y legitimidad por la voluntad popular: los fujimoristas del Perú y de Ecuador, que solo piensan en la libertad de mercado y la camuflan con una supuesta libertad de prensa.