lunes, 9 de julio de 2012

'En Asunción los presidentes quisieron dar un golpe'

CAREI:Varios presidentes de la región, entre ellos tres que sufrieron las dictaduras militares denlo años 70, estuvieron a punto de ver asociadas a sus biografías la deshondra de haber sido protagonistas de un golpe de Estado.

Según una columna del periodista brasileño José Casado, de OGlobo, el 22 de junio pasado cuando el Senado paraguayo destituía al presidente Fernando Lugo, varios presidentes de la región articulaban un golpe de Estado que no cuajó.

Casado basa su narración en varios videos y en el testimonio de altos jefes militares paraguayos que fueron presionados por el canciller vnezolano Nicolás Maduro para que intervengan y eviten el derrocamiento de Lugo.
En la narración de Casado también se menciona la prsencia del embajador ecuatoriano en Asunción, Julio Prado, quien habría sido testigo de la arenga de Maduro a los militares a quienes advirtió que si se destituía a Lugo el pueblo paraguayo pagaría las consecuencias.



Según Casado la presidenta de su país, Dilma Rouseff, se dejó influir por el discurso de Cristina Kirchner y la deteminación de Hugo Chávez.



Esta es la traducción del texto de Casado:



Estaba denso el clima en el antiguo palacio del dictador Solano López, sede del gobierno paraguayo: pronto comenzaría la sesión en el Senado para destituir a Lugo, epílogo del rito sumario de impeachment iniciado la víspera. El reloj marcaba las 16:12 cuando una comisión dirigida por el canciller de Venezuela, Nicolás Maduro, pasó por la puerta del Gabinete Militar de la Presidente de Paraguay.



Maduro llegó a la Asunción la noche anterior, junto con cancilleres de Brasil, Argentina, Uruguay, entre otros. Abandonaron la Río+20 [Cumbre de la ONU realizada en Río de Janeiro. Nota de Noticias Clic], y embarcaron en un avión de la Fuerza Aérea Brasileña que atravesó la frontera de Paraguay con la misión de impedir la caída de Lugo. La iniciativa fue de la presidente brasileña, Dilma Rousseff, después de pasar la tarde en Riocentro discutiendo la crisis con otros jefes de Estados suramericanos.



En esa reunión, Dilma se dejó llevar por el show de activismo retórico de la argentina Cristina Kirchner, secundada por corrosivos discursos del ecuatoriano Rafael Correa y del boliviano Evo Morales, que repetían recados de Hugo Chávez, convaleciente en Caracas.



Dilma no ocultó el encanto por la elocuencia de Cristina y por la firmeza de Chávez (que anunció el fin del suministro de petróleo a Paraguay). Llamó a Lugo y le hizo describirle su drama político de viva voz. Después se sorprendió de la dificultad en convencer al colombiano Juan Manuel Santos y al chileno Sebastián Piñera sobre su idea de la "misión" de los cancilleres.



El avión de la Fuerza Aérea Brasileña aterrizó cerca de las 21 horas del jueves y los diplomáticos siguieron para una sesión de fotografías al lado del presidente Lugo. En la tarde siguiente, ellos se dividieron. El brasileño Antonio Patriota capitaneó un grupo rumbo al Senado para impedir la decisiva votación. El venezolano Nicolás Maduro fue al Gabinete Militar.



Maduro caminó sobre cinco metros de alfombra roja, hasta al entrada de la sala de reuniones, en compañía de sus embajadores en Brasilia y Asunción, Maximilian Sánchez Arveláiz, y José Francisco Arrúe del Pablo. Y fue seguido por el embajador de Ecuador, Julio Prado, y otras cinco personas, dos de ellas mujeres. Las corbatas rojas contrastaban con el camuflage de los uniforme de combate en las imágenes captadas por las cámaras internas del Palacio de López, sede del gobierno paraguayo.



Fueron recibidos por el jefe del Gabinete Militar, general Ángel Alcibiades Vallovera, y dos asesores del presidente Fernando Lugo - uno de ellos, de jeans, usando la bandera paraguaya como manto. El general presentó Maduro a los comandantes que Lugo mandó a convocar: Adalberto Ramón Gacete Martínez (Ejército), Juan Carlos Benítez Fromherz (Marina), Miguel Christ Jacobs (Aeronáutica), Arnaldo Sanabria (Policía) y Freide Emilio Amarilla Alarcón (Guardia Presidencial).



Todo fue grabado en audio y video, contó el general Vallovera, jefe del Gabinete Militar, al declarar el último martes a la Comisión de Defensa de la Cámara de Paraguay. La reunión duró cerca de media hora y fue tensa.



Maduro dijo a los comandantes que debían demostrar apoyo y solidaridad al presidente Lugo. "En términos diplomáticos" contó le almirante Juan Carlos Benítez Fromherz, "él hizo amenazas veladas de que Paraguay sería castigado, insinuando que si no había una sublevación y si fuese reconocido otro presidente, el pueblo sufriría gravísimas consecuencias". La sugerencia de Maduro para la sublevación militar fue confirmada, también, por los otros oficiales en sus declaraciones a la Cámara de Diputados, entre ellos el anfitrión del encuentro, ex jefe del Gabinete Militar de Lugo.



El canciller venezolano presentó una propuesta escrita de un "Comunicado" a ser firmado por los jefes militares, narró el brigadier Miguel Christ Jacobs. El texto decía que ellos reconocían únicamente a Lugo como presidente. Maduro insisitió que salieras "a las calles" para no permitir que el proceso en el Senado siguiera adelante. Jacobs dijo a la Comisión de la Cámara que el canciller venezolano llegó a golpear la mesa: "¡Lugo es el Presidente!".



Maduro tardó en percibir su fracaso. Se despidió de forma descontrolada, desahogándose con el embajador venezolano en Brasil. Lugo, entonces, admitió la destitución. A la salida del Senado, el brasileño Antonio Patriota se vio en una posición incómoda al reportar a la presidente Dilma Rousseff una derrota sin paralelo en la historia reciente de la poítica exterior nacional, y en un territorio donde la hegemonía política brasileña es secular.



Dilma oyó a Patriota y reaccionó con amargura. La semana siguiente lideró la "revancha" con la suspensión de Paraguay y la entra da de Venezuela del Mercosur. Ella, Cristina y Mujica arriesgaron sus biografías y acabaron besados por la suerte. Del voluntarismo del trio resultó lo siguiente: los paraguayos están sublevados, los uruguayos divididos y el Mercosur se tornó un área de gran incertidumbre política combinada con un elevado riego político.