El largometraje Yasuní, dos segundos de vida muestra varias aristas de la propuesta del gobierno ecuatoriano
En 2007, el Ecuador propuso, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, mantener indefinidamente inexplotadas las reservas de 846 millones de barriles de petróleo localizadas en el Parque Nacional Yasuní.
A cambio, se pidió que la comunidad internacional contribuya financieramente con al menos $3600 millones, equivalentes al 50% de los recursos que percibiría el Estado en caso de optar por la explotación petrolera. Hasta ahí, la historia es conocida por casi todo el planeta.
Sin embargo, la iniciativa sembró en Leonardo Wild, escritor y guionista, la necesidad de conocer más sobre el territorio en cuestión, la población que habita en él y la aplicabilidad de la apuesta.
Fue cuando propuso a Pablo Morales, de Yeti Films, viajar hasta el corazón de la Amazonía y descubrir los entretelones de la historia.
Así nació Yasuní, dos segundos de vida, un largometraje documental que retrata la cotidianidad de un pedazo de selva ecuatoriano al que todo el mundo regresó a ver en un momento determinado.
La idea fue bien recibida por el productor, pese que el trabajo se planteó desde el inicio, como un proyecto sin fines de lucro.
"Menos mal en ese momento contábamos con un fondo. Además, el tema generó varias adhesiones", explica Morales, quien se desempeñó como director de fotografía de este filme.
Para dimensionar estos "acolites", los voceros aseguran que el costo comercial de la cinta bordea los $350 mil, de los cuáles solo se administraron $35 000 en dinero.
La mayor parte del capital fue para gastos de traslado. El equipo de producción recorrió despachos ministeriales, pasó por sesiones en la sede de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en Nueva York y llegó a Bameno, en el corazón del Yasuní.
"El documental no está alineado, sin tintes políticos pero inquisitivo", aclara Wild, para quien la historia tal como está narrada no pierde coyuntura, "pase lo que pase con la iniciativa Yasuní-ITT", puntualiza.
La semana pasada, el documental fue presentado en el Festival Internacional de Cine Ambiental en Washington. De 150 películas fue la única ecuatoriana. "La proyección tuvo lleno total. Incluso se pidió repetir el día", añade el director.
En 2007, el Ecuador propuso, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, mantener indefinidamente inexplotadas las reservas de 846 millones de barriles de petróleo localizadas en el Parque Nacional Yasuní.
A cambio, se pidió que la comunidad internacional contribuya financieramente con al menos $3600 millones, equivalentes al 50% de los recursos que percibiría el Estado en caso de optar por la explotación petrolera. Hasta ahí, la historia es conocida por casi todo el planeta.
Sin embargo, la iniciativa sembró en Leonardo Wild, escritor y guionista, la necesidad de conocer más sobre el territorio en cuestión, la población que habita en él y la aplicabilidad de la apuesta.
Fue cuando propuso a Pablo Morales, de Yeti Films, viajar hasta el corazón de la Amazonía y descubrir los entretelones de la historia.
Así nació Yasuní, dos segundos de vida, un largometraje documental que retrata la cotidianidad de un pedazo de selva ecuatoriano al que todo el mundo regresó a ver en un momento determinado.
La idea fue bien recibida por el productor, pese que el trabajo se planteó desde el inicio, como un proyecto sin fines de lucro.
"Menos mal en ese momento contábamos con un fondo. Además, el tema generó varias adhesiones", explica Morales, quien se desempeñó como director de fotografía de este filme.
Para dimensionar estos "acolites", los voceros aseguran que el costo comercial de la cinta bordea los $350 mil, de los cuáles solo se administraron $35 000 en dinero.
La mayor parte del capital fue para gastos de traslado. El equipo de producción recorrió despachos ministeriales, pasó por sesiones en la sede de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en Nueva York y llegó a Bameno, en el corazón del Yasuní.
"El documental no está alineado, sin tintes políticos pero inquisitivo", aclara Wild, para quien la historia tal como está narrada no pierde coyuntura, "pase lo que pase con la iniciativa Yasuní-ITT", puntualiza.
La semana pasada, el documental fue presentado en el Festival Internacional de Cine Ambiental en Washington. De 150 películas fue la única ecuatoriana. "La proyección tuvo lleno total. Incluso se pidió repetir el día", añade el director.